Cada 16 de julio se festeja a Nuestra Señora del Carmen, una de las advocaciones marianas cuya devoción se expresa a través del silencio y la oración. Símbolo de quienes buscan a Cristo en la soledad y tribulación, es patrona de marineros y comunidades religiosas de vida contemplativa.
Su veneración se remonta al siglo XIII, cuando la Virgen María se le apareció a un grupo de ermitaños establecidos en el Monte Carmelo, lugar en el que el profeta Elías defendió al pueblo de Israel de los cultos idolátricos. De tal manera que, siguiendo el ejemplo de Elías e inspirándose en la Madre de Dios, los eremitas comenzaron a proclamar la fe como una relación divina que nace, se fortalece e irradia desde el interior.
La Virgen del Monte Carmelo entregó un escapulario y la esperanza de su intercesión maternal a quienes consagren su vida a Jesús, recordando que Él habita dentro de nosotros, pero, para escucharlo, a veces es necesario llevar una vida de recogimiento y, sobre todo, de entrega, como lo hacen las congregaciones carmelitas aún en la actualidad.
“Oración a nuestra Señora del Carmen”
