Con motivo de la Solemnidad de los santos Pedro y Pablo, que se celebra cada 29 de junio, el Papa Francisco presidió una Eucaristía, en la Basílica Vaticana, en la que pidió seguir el ejemplo de estos mártires y patronos de Roma, quienes al ser liberados por Cristo se convirtieron en apóstoles de la liberación.
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“Como Pedro, estamos llamados a liberarnos de la sensación de derrota ante nuestra pesca, a veces infructuosa; a liberarnos del miedo que nos inmoviliza y nos hace temerosos, encerrándonos en nuestras seguridades y quitándonos la valentía de la profecía. Como Pablo, estamos llamados a ser libres de las hipocresías de la exterioridad, a ser libres de la tentación de imponernos con la fuerza del mundo en lugar de hacerlo con la debilidad que da cabida a Dios, libres de una observancia religiosa que nos vuelve rígidos e inflexibles, libres de vínculos ambiguos con el poder y del miedo a ser incomprendidos y atacados”.
De esta manera, el Pontífice exhortó a los fieles a ser testigos de la fe y a experimentar la Pascua del Señor, cuestionando la propia esclavitud y rompiendo las cadenas que impone la sociedad, para que la Iglesia sea libre y, por lo tanto, creíble.
Finalmente, el Papa aprovechó la presencia de la Delegación del Patriarcado Ecuménico, enviada por Su Santidad Bartolomé I, para insistir en la unidad de todos los cristianos y rezó para que los fieles vivamos una vida profética, en la que seamos colaboradores de la liberación de nuestros hermanos.
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