Levantar la mirada hacia la cruz
“Jesús subió a la cruz para descender a nuestro sufrimiento… Experimentó en su propia carne nuestras contradicciones más dolorosas, y así las redimió, las transformó… Miremos al Crucificado y digámosle: ‘Señor, ¡cuánto me amas, qué valioso soy para Ti!’. Dejémonos sorprender por Jesús para volver a vivir, porque la grandeza de la vida no está en tener o en afirmarse, sino en descubrirse amados”.
No pasar de largo ante los hermanos en dificultad
Al finalizar la Eucaristía, con la que marcó el inicio de la Semana Santa, el Papa Francisco dirigió el rezo del Ángelus, en el que pidió unirse en oración por todas las víctimas de la violencia, especialmente por las del atentado perpetrado en Indonesia, frente a la catedral de Makassar, donde al menos hubo 14 heridos.
Así mismo, sugirió imitar la compasión de la Virgen María en el “Vía Crucis cotidiano”, donde nos encontramos con personas que experimentan grandes dificultades, asegurando que, como ella, podemos recorrer este camino siendo compasivos y acercándonos a los demás para iluminarlos con la fe de nuestros corazones.
Quitarse las sandalias: consejo del Papa a los sacerdotes mexicanos
Tras presidir la misa del Domingo de Ramos y la oración mariana del Ángelus, el Papa Francisco recibió, en la Sala Clementina del Vaticano, a más de 85 sacerdotes del Pontificio Colegio Mexicano de Roma, a quienes recomendó mantener una mirada de ternura, reconciliación y de fraternidad ante los problemas sociales actuales, solicitándoles prestar especial atención a la población indígena.
Durante su discurso, el Santo Padre resaltó tres rasgos que deben buscar en su ministerio: ternura para salir como el Buen Pastor al encuentro de la gente, reconciliación para tejer puentes a través de las diferencias personales o comunitarias y fraternidad para tener una mirada de conjunto que permita avanzar por una causa común.
De esta manera, el Papa exhortó a los sacerdotes mexicanos a ayudar a recomponer el tejido social, prestando especial atención a aquellos discriminados a causa de sus raíces étnicas o de su religiosidad popular, subrayando que los tres rasgos mencionados son parte de la sabiduría de quien sabe “quitarse las sandalias” y configurarse en la mirada del Señor para, desde esta óptica, ser capaces de contemplar su misterio y leer los signos de los tiempos.
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