Este 8 de agosto, XIX Domingo del Tiempo Ordinario, el Papa Francisco presidió la oración mariana del Ángelus, asomado desde el balcón del Palacio Apostólico. En su comentario al Evangelio del día (Jn 6, 48), que relata la predicación de Jesús ante la gente que presenció el prodigio de la multiplicación de los panes, el Santo Padre explicó la frase “Yo soy el pan de vida”:
“Jesús en esta expresión: ‘Yo soy el pan de la vida’, resume verdaderamente todo su ser y toda su misión. Esto se verá plenamente al final, en la Última Cena. Jesús sabe que el Padre le pide no solo dar de comer a la gente, sino darse a sí mismo, partirse a sí mismo, la propia vida, la propia carne, el propio corazón para que nosotros podamos tener la vida”.
En su alocución antes de rezar a la Madre de Dios, el Pontífice afirmó que esta frase, además de resumir todo el ser y la misión de Cristo, nos revela la importancia de la Eucaristía y de dejar entrar a Jesús en todos los actos, cotidianos y concretos, de nuestra vida.
De esta manera, el Papa nos invita a recordar que Dios se hizo hombre porque le interesa todo acerca de nosotros y, en este sentido, podemos hablarle de cualquier cosa, pues Jesús desea esta intimidad, no quiere ser relegado a segundo plano o llamado únicamente cuando tenemos necesidad.
Así mismo, el Santo Padre sugirió que, al menos una vez al día, comamos juntos, en familia, y recemos de forma doméstica para dejar entrar a Cristo en nuestra casa y pedirle con sencillez su bendición en todo lo que hacemos y lo que nos falta por conseguir, enfatizando que, al hacer esto, Jesús estaría en la mesa con nosotros y seríamos alimentados por un amor más grande.
Al finalizar el Ángelus, el Obispo de Roma saludó a los fieles que se congregaron en la Plaza de San Pedro, entre ellos, familias, grupos parroquiales y asociaciones. Especialmente, se congratuló por la visita de jóvenes provenientes de Verona, Crevalcore, Scandiano y de las Casas Salesianas de la región del Triveneto.
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