25 años de labor misionera 

Conversamos con el P. Enrique Arturo Álvarez, MG, quien ha colaborado en Brasil y actualmente en la Misión de Cuba, sobre su 25 aniversario sacerdotal misionero en esta interesante entrevista.

Agosto 12, 2025

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Padre, platíquenos sobre su infancia, su vida y el inicio de su vocación...

Soy el segundo de tres hermanos, vivíamos en la colonia Popotla, tuve una niñez muy buena. Recuerdo que, cuando era niño, mi mamá me llevó a la iglesia, éramos católicos “de domingo” y, como ya estaba en la edad, me tocaba hacer la primera comunión.

Fui a la parroquia y solo con la primera clase de catecismo me aburrí, por lo que, para las siguientes, le decía a mi mamá que sí asistía, pero me iba al parque a jugar y, cuando llegó el día de la junta, resultó que la catequista ni me conocía, por lo que me llamaron la atención y ya no hice la primera comunión. Después, como mi hermana menor estudiaba en un colegio de religiosas, del Verbo Encarnado, una de ellas me daba las pláticas del catecismo y, finalmente, hice mi primera comunión a los 13 años, y como ya había cumplido, me alejé de la Iglesia. Ese evento lo tengo muy marcado porque miren ahora dónde estoy, como misionero, después de un primer rechazo.

Posteriormente, como a los 17 años, me incorporé por iniciativa propia a un grupo de jóvenes, donde teníamos misión en Semana Santa por la sierra de Puebla y eso fue lo que me motivó, el ver la realidad de la falta de sacerdotes, de comunidades que tienen misa solo una vez al año, eso despertó la inquietud sacerdotal.

Curiosamente, teníamos un taller en la colonia Roma y ahí fue donde conocí a Misioneros de Guadalupe porque llevaban los autos a reparar y así se dio el acercamiento, ahí surgió mi interés y, finalmente, ingresé al Centro de Orientación Vocacional (COV).



¿Cómo fue su primer encuentro en el COV?

Muy agradable, lo que más recuerdo fue la experiencia misionera de los sacerdotes: nos juntaban y ellos nos compartían sus experiencias de Japón, de África, etcétera.

Un dato curioso fue que, el mismo día en que me gradué de preparatoria, llegó la carta del rector del seminario notificando que me habían aceptado; entonces, son las señales, hay que estar atentos a las manifestaciones de Dios.



¿Alguna anécdota que recuerde antes de ordenarse?

Sí, en aquel tiempo, había oportunidad de ir a alguna misión intermedia y solicité ir a Perú un año, porque en la vida te tienes que dar la oportunidad de hacer lo que quieres.

Quería ver mis capacidades y cualidades para estar en misión y reafirmar si Dios me llamaba, por lo que estuve casi 10 meses en Perú y me sirvió mucho. Lo peor que quizá puede pasar en la vida es quedarse con la duda; por eso les digo a los jóvenes que se den la oportunidad de vivir.

minorías. Al individuo se le exaltaría porque en él radicaba el poder, él sería el elector y el factor decisivo de la nueva sociedad, sofocando lo comunitario; toda creencia o fe debería cancelarse de lo público, ya que es una rémora que nos mantiene anclados en el pasado y una señal de ignorancia y superstición.



¿Cómo se siente al llegar a sus 25 años de sacerdocio misionero?

Ha sido un retomar la alegría de la ordenación y el enfoque de la vida misionera; estoy contento, quiero seguir en la misión. Tengo 58 años y deseo estar hasta que el cuerpo aguante, dando testimonio. En Cuba, les llama la atención que uno quiera quedarse porque no hay corriente eléctrica, no hay comida, la gasolina está racionada, etcétera... Pero me siento muy realizado, estoy contento; con ganas de continuar en esta misión que Dios me encomendó.



¿Qué le diría a un joven que tiene inquietudes sacerdotales y misioneras?

Date la oportunidad, se trata de arriesgarse y no vivir en la duda de “si lo hubiera logrado o no”. Si Dios te llama, aviéntate, involúcrate, participa; tu vida puede transformar la de otras personas. Solamente en la medida en que lo hagas, descubrirás cómo Dios es muy grande.

Estoy inmerso en esta realidad social en Cuba, pero la providencia de Dios se hace presente, tenemos un comedor de lunes a viernes, con el que podemos proveer el almuerzo y Dios me ha guiado en esas realidades tan fuertes. Eso me emociona mucho, el poder ayudar para realizar los milagros de Jesús.



Un mensaje para nuestros Padrinos y Madrinas…

Sepan que lo que hacen ayuda muchísimo a la gente; a través de un pequeño donativo, las personas reciben comida, medicina, el consuelo y el Evangelio. Son cosas que no se ven físicamente, pero ustedes las hacen posible y siempre están en nuestras oraciones; el pueblo de Cuba pide por todas sus intenciones porque, con sus esfuerzos y sacrificios, nos ayudan a realizar esta misión de Jesús.

Padrinos y Madrinas, los invitamos a ver esta entrevista completa:



¿Desea apoyar a las Misiones? Contáctenos y colabore a llevar la esperanza en tierras lejanas: Línea Misionera 800 00 58 100, de lunes a viernes de 8:30 a 18:00 horas, tiempo del centro.

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