Por las condiciones de trabajo
Como cristianos, debemos crear conciencia sobre los derechos humanos de los trabajadores y contribuir a la paz y la justicia social, como reflexiona el P. Héctor Andrés Pérez Torres, MG.
Mayo 14, 2025

P. Héctor Andrés Pérez Torres, MG
Me gustaría iniciar el abordaje de este tema tan actual y presente en todas las sociedades del mundo, desde la perspectiva de las Bienaventuranzas del Evangelio.
Las Bienaventuranzas nos revelan que el Reino de Dios no se manifiesta en la opulencia o en el poder, sino en la justicia, la compasión y la paz. Creo que cada bienaventuranza es una invitación a reconfigurar nuestras prioridades y a reconocer la dignidad de aquellos que en la sociedad actual se tiende a ignorar. Acostumbramos decir que el trabajo es sagrado porque lleva el pan de cada día a los hogares y familias, pertenece a la dignidad propia de la persona.
Podemos definir al trabajo como una actividad económica realizada por seres humanos que tiene por objetivo la producción de bienes o servicios remunerados. Por ello, existe una Ley del Trabajo que muchas veces es ignorada o pisoteada. Hablar de condiciones de trabajo es profundizar en este entorno. El ideal son condiciones de trabajo dignas, pacíficas y justamente remuneradas que permitan a la persona destacar en la sociedad por un trabajo digno que la haga feliz. Estas condiciones sanas provocan que las personas crezcan y produzcan frutos que se reflejen en una sociedad estable y contenta.
Sin embargo, ¿cuál es nuestra realidad? ¿Por qué existen millones de individuos sin empleo digno y muchos de ellos se transforman en delincuentes o migrantes? Cierta vez, pregunté a un migrante haitiano en Monterrey la razón por la que había salido de su país, arriesgándose tanto en la travesía. Su respuesta fue rápida y contundente: “En mi país no hay trabajo, nos estamos muriendo de hambre y el gobierno no hace nada, no se preocupa por nosotros. Hay pobreza, desempleo, enfermedad, delincuencia, etcétera, y nosotros necesitamos tantas cosas para sobrevivir. Tenemos que hacer algo
por nuestros niños y abuelitos. Por eso decidí salir del país y buscar una vida digna y un
empleo honrado y estable”. Me quedé sin palabras, había desesperación en su rostro, le di una ayuda, un abrazo y lo despedí.
Hay mucho por hablar y hacer en relación a las condiciones de trabajo. Los gobiernos tienen una enorme responsabilidad en este terreno y deben crear estrategias en lo que se refiere al tema. En todo el mundo, las leyes laborales son claras; sin embargo, hay abusos y dichas leyes son burladas.
Dios y los Misioneros de Guadalupe me concedieron la gracia de trabajar en la evangelización, promoción de la persona y ayuda humanitaria en Angola, un país en el que infelizmente los derechos humanos son ignorados. Hay poco trabajo, escasas oportunidades, explotación de las personas, trabajos mal remunerados, condiciones laborales peligrosas, etcétera. Ellos dicen: “Solo trabajando para la Iglesia, los extranjeros o los blancos, estaremos con buenos trabajos y seguros”.
Debemos crear conciencia de que existen muchos lugares donde los derechos son pisoteados y, desde nuestras realidades, combatir esta corrupción y condiciones de trabajo tan tristes. Vivir las Bienaventuranzas implica un compromiso activo con el mundo que nos rodea. No se trata solo de reconocer la realidad de nuestro sufrimiento, sino de actuar en consecuencia. Esto puede manifestarse en acciones concretas, como la defensa de los oprimidos, el trabajo por la paz y la promoción de la justicia social.
Santa María de Guadalupe, modelo de la inclusión y amor por el otro, nos guíe en este trabajo tan desafiante. Gracias queridos Padrinos por su ayuda y solidaridad. Dios los bendiga.
¡Colabora en las Misiones! Anímate a descubrir lo que Dios tiene para ti.
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