La respuesta al llamado de Dios no conoce límites

A pesar de las adversidades, Dios encuentra caminos para responder a su llamado, como en el testimonio que nos comparte el seminarista Marco Antonio Miranda, desde el seminario del PIME, en Monza, Italia.

Julio 30, 2025

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Autor: S. Marco Antonio Miranda Rodríguez



Hola, queridos Padrinos y Madrinas de Misioneros de Guadalupe (MG); mi nombre es Marco Antonio, tengo 25 años y soy originario del Estado de México. Actualmente, me encuentro estudiando el primer año de Teología en el Seminario Internacional del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME) ubicado en la ciudad de Monza, al norte de Italia.

El PIME es una congregación italiana con carisma misionero; en sus inicios, eran solamente vocaciones italianas, pero en las últimas décadas las vocaciones son extranjeras y provienen sobre todo del continente asiático y africano. En la actualidad, somos 56 seminaristas, de los cuales, 47 son del PIME y los otros nueve no pertenecemos directamente (somos tres seminaristas de MG, un seminarista diocesano de Bangladesh y cinco seminaristas diocesanos de Myanmar).

Durante este tiempo en el seminario, he experimentado la riqueza cultural y espiritual entre vocaciones provenientes de diversas partes del mundo, dándome cuenta de que el llamado de Dios no tiene barreras y que, cuando una persona lucha contra la adversidad para seguirlo, automáticamente se convierte en una fuente de motivación para los demás.

Un gran ejemplo de motivación vocacional para mí es el de un amigo que conocí aquí en el seminario de Monza. Su nombre es Saw Naing Naing Soe, pero todos lo llamamos Pío porque es su nombre cristiano de bautismo; él está estudiando el segundo año de Filosofía y es originario de Myanmar (país asiático que colinda con China), tiene 23 años y cinco hermanos más pequeños.

Nos contó que, siendo más jóven, en una ocasión se encontraba jugando fútbol y de repente comenzó a sentirse muy cansado; entonces, se desmayó en el campo. Durante una semana estuvo en coma y los médicos pensaban que no reaccionaría más; ante esto, sus papás decidieron llamar a un sacerdote para darle la bendición, pensando que ya no había nada más que hacer.

Después de eso, su salud fue mejorando poco a poco y, al cabo de tres meses en el hospital, regresó a casa. Gracias a este acontecimiento, nació su vocación a la vida consagrada, y con ayuda de su párroco y familia, entró al seminario menor diocesano en 2014.

A finales de 2019, tuvo que abandonar el seminario y regresar a casa debido al Covid. En 2021, regresó nuevamente, pero no pudo iniciar la Filosofía porque comenzó la guerra en su país y, en ese mismo año, falleció su mamá. Ante estas situaciones difíciles, él no desistió y confió en la providencia de Dios. Fue así que su obispo, viendo la dificultad de estudiar en Myanmar en medio de la guerra, decidió hablar con el Superior General del PIME para poder recibir en Italia a Pío y otros cuatro seminaristas diocesanos. Así, llegaron en abril de 2022 al Seminario Internacional del PIME. Hoy, Pío no puede regresar a su país por la guerra y solo puede comunicarse con su familia cada cinco o seis meses, pero él siempre confía en Dios y en que muy pronto podrá volver a verlos.



Queridos Padrinos y Madrinas, los invito a orar siempre por las vocaciones en el mundo, para que, así como Pío, puedan salir adelante a pesar de los obstáculos, sabiendo que Dios llama sin importar las condiciones y que aún hay jóvenes valientes que siguen respondiendo al llamado de la vida consagrada. Que Dios, en su infinita bondad, nos bendiga y nos conceda más vocaciones audaces que quieran dejar todo por su reino.

Gracias Padrinos y Madrinas por su apoyo a la Iglesia universal, que Dios los santifique y les multiplique todo el bien que hacen aquí en la tierra. Siempre unidos en oración, unos por otros.

¡Acércate y descubre lo que Dios quere de ti! Contáctanos y contribuye a llevar el Evangelio donde más se necesita:

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