Causas y riesgos de las nuevas tecnologías en la juventud católica

El uso desmedido de las nuevas tecnologías puede llevar a los jóvenes a diversos conflictos, por ello, es importante acompañarlos y hacer hincapié en el discernimiento adecuado, como nos comenta el P. Juan Arcos Soto, MG

Abril 28, 2025

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Autor: P. Juan Arcos Soto, MG



Muchos estudios acerca de este tema han concluido que uno de los principales impactos del uso excesivo de las nuevas tecnologías y de las redes sociales está vinculado con problemas de salud mental, como ansiedad, depresión y baja autoestima, especialmente entre los jóvenes.

La comparación constante con otras vidas idealizadas a través de la búsqueda de aceptación y validación, puede deteriorar el bienestar emocional de la persona, y el uso desmedido de los medios electrónicos termina en problemas de despersonalización, adicción y detrimento de la autoestima. La adolescencia y la juventud son etapas vitales en las que se desarrollan las relaciones con otras personas de la edad o afines. Si bien la mejor manera de crear relaciones significativas es de persona a persona, las nuevas tecnologías han sustituido los vínculos por una pantalla.

Partiendo del principio cristiano, entendemos que el sentido de nuestra existencia se da en gran medida a través de la plenitud y la felicidad, las cuales no son un fin, sino un proyecto personal constante que comienza en el individuo, pero dentro de un colectivo social, ya que la plenitud y la felicidad dependen, en gran medida, de que la persona desarrolle al máximo sus capacidades, dones y talentos, en relación con otros. Por tanto, el colectivo es el medio ideal para impulsar relaciones significativas. La plenitud y la felicidad tienen su principio en la persona y depende de lo que cada quien está dispuesto a hacer para perseguirlas; están en nuestras manos, pero no de manera aislada, sino en relación con los demás.



El camino que se propone a los jóvenes para llegar a la madurez y al crecimiento, tanto personal como colectivo, es el discernimiento. La cultura actual es tan compleja que no podemos navegar en ella sin la luz del discernimiento. La vida nos ofrece una gama de distracciones; tal es el caso de las nuevas tecnologías, el mundo nos las presenta como si fueran válidas y buenas; sin embargo, no todo es verdad. ¿Cómo saber si algo viene del Espíritu que da vida y plenifica, o del espíritu del mundo que degrada y destruye sutilmente? Sin la sabiduría y el discernimiento a la luz del Espíritu, podemos convertirnos en marionetas a merced de los intereses y tendencias del momento.

El discernimiento no se limita a la toma de decisiones ante situaciones difíciles, es un constante redescubrir cómo el Espíritu se mueve ante los constantes cambios. Tampoco excluye la sabiduría de las ciencias humanas, pero las trasciende, ya que, por ser una gracia del Espíritu, nos hace entrar en el proyecto único e irrepetible del Dios que nos ama; de ahí que se sitúa en el centro de la vida de las personas orientadas por el Espíritu, afectándolas en todas sus dimensiones. El Espíritu nos hace salir de nosotros hacia el misterio de Dios, ayudándonos a vivir en libertad nuestra propia misión, usando nuestros dones y talentos, habilidades y capacidades; es así como se plenifica la vida a la cual Dios nos ha llamado, tanto para nuestro bien, como para el de los demás.

Las nuevas tecnologías nos ofrecen la promesa de una felicidad superficial y efímera, desintegran nuestro ser, haciéndonos daño y apartándonos del proyecto que Dios nos tiene, arrojando la felicidad que tanto buscamos.

Es imprescindible una actitud de discernimiento constante; si asumimos esa actitud, podremos ser más libres, y cuando tengamos el corazón confuso, podremos orar con el salmista: “Dios mío, sondéame para conocer mi corazón, ponme a prueba para conocer mis sentimientos: mira si mi camino se desvía y guíame por el camino recto” (Sal 139, 23).

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