El don de ser madre: una fuente infinita de amor y milagros
Ser madre es sinónimo de entrega y sacrificio, como nos comparte el P. Marcos Leonel Martínez Sañudo, MG, quien felicita a todas las mamás y dedica uno de sus cantos a nuestras Madrinas, honrándolas por el don de la maternidad.
Mayo 9, 2025

Autor: P. Marcos Leonel Martínez Sañudo, MG
Nuestra madre es probablemente una de las personas más importantes en nuestra vida, sino la que más; es un faro en la noche, un amor incondicional, una fuente de bondad. Ya sea una madre, una abuela o una madre adoptiva, ella es, en definitiva, la mujer que ayudó a formar la persona en la que nos hemos convertido.
Ser madre en la actualidad es un trabajo de tiempo completo con horas extra obligatorias, directora del departamento de milagros familiares. Es preguntarse constantemente una y otra vez si está o no haciendo lo correcto, es repensar estrategias para lograr que aquel o aquellos que están a su cuidado estén logrando desarrollarse de la manera más sana y conveniente. Pero no hay una sola madre que se arrepienta de este papel. Es el papel de su vida.
No podemos concebir una sociedad verdaderamente humana sin la presencia del rol de las madres, ellas saben dar testimonio de dedicación, entrega y sacrificio, de estar presentes en los peores momentos o dificultades de las vivencias en familia. En muchas ocasiones, cuando las adversidades se presentan, salen a motivar y defender con su fuerza moral y de fe lo que quizás ya no tenía solución. ¡Qué sería de la fe hoy en día si no hubiese sido transmitida con el cariño y la ternura de la mamá!, cuando con simples gestos invita a su hijo a pronunciar sus primeras palabras y signos dirigidos a Dios, principio y fin del don recibido de ser partícipe de la creación con Él; gracias a ello, crece el número de fieles.
En medio de un mundo donde tiene primacía el individualismo, las mamás se presentan como el testimonio vivo de quien se divide para poder educar a un niño y entregarlo a la comunidad global, a fin de que participe en la dinámica de la vida común. Al mismo tiempo, lo forma y capacita para vivir en un entorno donde, a pesar de las pruebas y dificultades, pueda crecer con buena autoestima, sabiendo que el lugar que le tocó vivir es bueno, quitándole los miedos para poder tener empatía y lograr la comunicación e intimar con sus semejantes.
Durante mi estancia como misionero en Perú, pude darme cuenta de la calidez y fortaleza de las madres peruanas; en sus gestos y acciones se manifiestan sus ganas de sacar adelante a sus familias al precio que sea, aun si este tiene que ser incluso dar el último aliento. Es de destacar el gran amor que el pueblo de Perú tiene hacia la Madre de Dios en sus diferentes advocaciones; de sus labios sale la palabra Mamacha, que en el idioma quechua significa “mujer madura o mujer de respeto”, pero ya en el contexto religioso es el de “mamá”.
Casi llegando a la ciudad de Cusco, donde por varios años realicé mi labor pastoral, se presentó la ocasión en la que, al terminar la misa dominical, se me acercó una mujer de edad avanzada y de escasos recursos, ya que su aspecto lo reflejaba, pero con una mirada profunda y transparente; llevaba en sus manos llenas de arrugas y tierra, tres pequeñas velas de cera. Comenzó a hablarme en su lengua nativa, l quechua, yo sabía apenas una que otra palabra en ese idioma, pero al estar conversando pude reconocer que se refería a la Santísima Virgen por la palabra Mamacha; me hizo el gesto de que quería llevarle las velas, yo simplemente intuí que pedía una bendición para sus ofrendas y poderlas presentar ante la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.
Me quedé mirándola a la distancia, caminó y se postró delante de la imagen. Al llegar ante Ella, alzó su mirada y presentó sus tres veladoras, que encendió, y con gran fervor dirigió su plegaria a quien ella sabía que podría escucharla, haciéndome recordar las palabras que un día le fueron dirigidas a san Juan Diego: “No se entristezca tu corazón...
¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?” A partir de ese domingo, ya sea que hubiera lluvia o frío, esa mamá no faltó a misa, siempre sentada y atenta en el mismo lugar.
En otra ocasión, caminando por las calles de Cusco, justo en una de las esquinas más transitadas, había otra mujer con sus ropas tradicionales andinas, sentada sobre la banqueta, con un bebé en brazos; tenía un papel periódico extendido sobre el suelo y sobre él había un manojo de plátanos. Ofrecía a quienes pasábamos por el lugar lo poco que tenía para vender y sacar algo de dinero para cubrir algunas de sus necesidades personales y, seguramente, tener que llevar algo a su hogar. Me acerqué y le pregunté si el niño era su hijo; me respondió que sí, que tenía que vender en la calle para darle de comer; hice mi aporte correspondiente. En ese momento, llegó la policía y la quitaron del lugar, ya que no estaba permitida la venta ahí. La mujer tomó sus cosas y salió caminando rápidamente.
Es de asombrar el rostro alegre, a pesar de tener que ganarse la vida a expensas de la generosidad de otros, pero en esa imagen se refleja la lucha diaria de tantas mujeres que en estos tiempos tienen que ganar el sustento para sí mismas y sus familias, y que, a pesar de desigualdades o falta de oportunidades, salen para cumplir, en la medida de sus posibilidades, sus sueños y proyectos al precio que sea. Es la imagen de muchas que no renunciaron al don de la maternidad y muestran que, a pesar de lo difícil que es criar a un hijo y mantener una familia, aceptan el reto de hacerlo porque se les ha dado la posibilidad de vivir en plenitud su ser mujer.
Queremos, a través de este medio, rendir un homenaje con todo cariño y respeto a todas nuestras Madrinas que recibieron este don maravilloso de ser mamás. Gracias, porque ustedes permiten que nazcan más proyectos misioneros, y, además, siguen alimentando y sosteniendo con su oración y ayuda material el crecimiento de la misión que nos ha sido confiada.
A nombre de todos sus ahijados, Misioneros de Guadalupe, ¡muchas gracias, mamás!
A todas nuestras Madrinas va dedicado este canto del P. Marcos Leonel, MG.
Título: Yo quiero ser como Tú
Pueden escucharlo en https://bit.ly/CantoMarcosLeonel
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