Querida Sierra Tarahumara
Una manera de crecer en la compasión por el mundo es a través de la escucha y la sabiduría de nuestros hermanos de los pueblos indígenas, como lo comenta la misionera laica asociada Brenda Carrete, desde Chihuahua.
Julio 5, 2025

Autor: Brenda Carrete Guillén, MLA en la Tarahumara
Estimados Padrinos y Madrinas, estoy infinitamente agradecida con ustedes por su generosidad, con la que permiten a los Misioneros de Guadalupe (MG) compartir la misión con los pueblos indígenas.
Soy Brenda Carrete Guillén, Misionera Laica Asociada a MG, originaria de Durango. El 2 de febrero de 2024, en la Parroquia del Dulce Nombre de María (Sisoguichi, Chihuahua), nos recibieron con mucho cariño a mi hermana Elva y a mí para iniciar el Proyecto Laical Misionero en la Diócesis de Tarahumara. A partir de ese día, el corazón se preparó para dejarse sorprender por una cultura que rompe los esquemas.
Crecí con la idea de que Dios es un ser omnipotente que creó todas las cosas por amor y a Él todo le pertenece, un Dios que no necesita nada ni a nadie, pero aquí en la sierra, los rarámuris me presentaron a uno que es Padre y Madre (Onorúame-Eyerúame), al Creador pobre que alimentan en sus fiestas y al que danzan toda la noche hasta el amanecer para darle fuerza a Él y quitarle energía al maligno.
Los rarámuris viven con radicalidad los valores del Evangelio, con una fuerte identidad cultural y de una manera austera porque para ellos la pobreza material es libertad. Saben vivir de la tierra sin dañarla. Cada comunidad indígena elige a sus gobernadores (Siríame); son ellos quienes guían, aconsejan y acompañan a la comunidad; no se sirven de ella, sino que se ponen al servicio de los demás.
Con estas y muchas otras enseñanzas, compruebo que este pueblo indígena es portador de otra manera plena de ver la vida que nos enriquecería a todos por su calidad humana. Antes se pensaba que era necesario llegar a los pueblos indígenas para organizarlos, actualizarlos y enseñarles a vivir “dignamente”, ahora nos damos cuenta de que están mejor organizados, leen los signos de los tiempos, encuentran la medicina en la naturaleza y saben que el consumismo nos hace esclavos de lo material.
Para mí, la Sierra Tarahumara ha sido una escuela para la vida, para crecer en el amor y la compasión por el mundo, tan herido y explotado por los hombres. En la Diócesis, la comisión de Pastoral Indígena convoca a las reuniones del Proyecto de Fe Compartida en Tarahumara (PROFECTAR). Un gran fruto de estos encuentros ha sido el folleto “Querida Sierra Tarahumara”, el cual es una adaptación de Querida Amazonía del Papa Francisco. Este folleto ha sido una excelente herramienta para alzar la voz de nuestros hermanos indígenas. Debemos tener presente que la esperanza y el futuro de lograr un mundo mejor será a través de la sabiduría de estos pueblos originarios; ellos saben que la tierra puede vivir sin nosotros, pero nosotros no lo lograremos sin ella.
Los invito a orar por todos nuestros hermanos que arriesgan su vida levantando la voz para defender nuestra casa común y por aquellos que luchan por defender la vida y la dignidad de nuestros hermanos indígenas.
Si eres joven profesionista y tienes inquietudes por la Misión, tú puedes colaborar en la construcción del Reino de Dios. Contáctanos para mayor información. ¡Únete a la misión!
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