Amar a los desconocidos como Cristo nos ama
Siempre ayudar a los que lo necesitan, es lo que nos comparte el seminarista Ángel Rafael Moreno Mendoza, al reflexionar sobre la labor pastoral que ha brindado durante su formación sacerdotal misionera.
Junio 18, 2024

Autor: S. Ángel Rafael Moreno Mendoza
Queridos Padrinos y Madrinas de Misioneros de Guadalupe, soy Ángel Rafael Moreno Mendoza, estudiante de tercer año de Filosofía.
Quiero compartirles a ustedes una maravillosa experiencia pastoral que ha dejado una gran huella en mi corazón, en la Parroquia de Jesús Sacerdote; en esta parroquia se encuentra un gran desafío, ya que asisten personas que luchan con diversos vicios, pero precisamente en esta lucha que enfrentan se observa la esencia del apostolado misionero, y a su vez, la razón por la que cada uno de los que servimos en esta comunidad estamos llamados: extender la mano a quien lo necesita.
Recuerdo claramente una ocasión en la que un joven me preguntó: “¿Por qué me ayudas si no me conoces?” Este cuestionamiento me hizo reflexionar sobre cómo es que prestaba mi servicio en esta comunidad; hallé la respuesta en las palabras de san Juan Pablo II: “La verdadera medida del amor es amar sin medida”. Esta frase ha marcado mi labor misionera y me ha ayudado a seguir teniendo en mente que debo amar a mi prójimo como a mí mismo, sin importar las condiciones.
Cabe mencionar, estimados Padrinos y Madrinas, que dentro de la parroquia se hace énfasis en que siempre se puede ayudar a aquellos que lo necesitan, sin importar si los conocemos o no, puesto que cada encuentro con quienes luchan día con día contra los vicios, el abandono y la marginación, nos da una oportunidad de ser instrumentos de Dios, brindándoles paz, ayudándolos a que se sientan comprendidos, o simplemente, dándoles un abrazo, ya que nuestra misión es predicar con el ejemplo de Jesús, en todo momento, y este es un lugar en donde se puede expresar esa presencia amorosa de Cristo, que viene a confortar a quienes experimentan dolor.
Padrinos y Madrinas, los invito a seguir apoyando esta misión de amor incondicional que se encuentra en el mundo, a fin de que el Instituto de Santa María de Guadalupe para las Misiones Extranjeras siga siendo ese faro de esperanza para aquellos que se sienten perdidos en la oscuridad; que su gran apoyo espiritual y económico siga siendo parte del testimonio vivo de quien nos llama a salir al encuentro de aquellos que más necesitan de su amor.
Les mando un fuerte abrazo, me sigo encomendando a sus oraciones y que Cristo misionero les siga bendiciendo en sus necesidades físicas y espirituales. Que el Señor guíe cada paso de nuestra misión y transforme no solo las vidas de aquellos a quienes servimos, sino también las nuestras.
¿Has sentido que Dios te llama para colaborar en las Misiones? Atrévete a descubrir lo que Él tiene para ti, contáctanos:
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