Cuando Jesús te llama hay sabor a fiesta, a tierra prometida.
Es roturar tierra nueva. ¡Qué bonito! ¡Qué alegría! ¡Esta es la llamada
de Jesús! Para mí, después de ir y ver dónde me llamó:
Corea del Sur y China Continental, la fiesta no ha
terminado. “Ven y verás” (Jn 1, 39).
Salí un 15 de agosto de 1973, hace ya 50 años, diré que en un entorno entre gozo y alegría, miedito y susto. Lo primero, porque Dios enamora; lo segundo, es por la condición humana, pues viajé solo en un vuelo largo y por tierras no conocidas.
En este servicio misionero, al relatar su obra con el pueblo coreano, el sentir me lleva a los encuentros con el que sufre en situaciones difíciles y a percibir la esperanza que Dios les da por el sufrimiento que llevaron; ver su respuesta agradecida, ternura y cariño, es un regalo sin palabras, como dice “el pequeño príncipe”, solo se ve con los ojos del corazón: el amor y la misericordia de Dios manifestándose en su gran obra, que es el Reino de Dios.
Sobre China Continental, aprecio y cariño es lo que tenemos para este pueblo al que se le ha tenido miedo, y diré: ¿miedo a qué?, ¿a sufrirle un poco?, ¿a disciplinarse? Para mí es Jesús quien hace siempre su gran labor, Él sigue curando, consolando y haciendo
ver a los ciegos; nosotros solo hacemos presencia. Jesús es quien trabaja y vuelve a decirnos: “No tengan miedo”.
Desde el principio, noté la curiosidad, tanto del coreano que no la resiste, como del japonés, que aunque discreto, es fino en su observancia, y el chino, que es sencillo y atento; en todos, fue evidente su educación, orden y disciplina. El coreano me observó
con cuidado y lo digo con alegría, pues quienes ya crecieron no han olvidado mis palabras, siguen pendientes de lo que Dios les dice y de lo que puedo transmitirles, y la “Morenita” tiene mucho trabajo en todo lo que traté de hacer en esta viña.
Me detengo en mi espera tardada de aprender su lengua y en domesticar la transmisión comprensiva en ambos; fue prueba de Dios, de duros y largos ratos, pero con gran recompensa y fruto espiritual. Es el Jesús de la vida, Él es quien nos quiere enamorar; ahora tú, que lo estás pensando, no tengas miedo, vive la aventura de compartir con Él, pero si no me crees, “Ven y verás”, hay que cantarle a la vida, aunque la rama cruja, y seguir adelante mientras el sol no se ponga. Ánimo, te invito a ver. Ahora es tu turno, a quien Jesús invita…
Con mucho entusiasmo, celebramos el 50 aniversario sacerdotal misionero del P. Juan Manuel Serrano, MG, dando gracias por su entrega generosa a Dios y a las Misiones. Que Dios y Santa María de Guadalupe lo sigan bendiciendo.
¡Muchas felicidades padre Juan Manuel!
Padrinos y Madrinas, los invitamos a escuchar el podcast de la revista Almas y a ver el programa Sueños y Esperanzas con el testimonio del P. Juan Manuel Serrano: Podcast y YouTube