En el rezo del Ángelus el Papa Francisco reflexionó sobre el servicio, enfatizando que el valor de una persona no depende del papel que desempeña, de su éxito, su trabajo o su dinero, sino del servicio que ha prestado a sus semejantes, pues hay más alegría en dar que en recibir.

En la Plaza de San Pedro, desde su balcón, el Papa Francisco se dio cita para el rezo del Ángelus dominical, haciendo la reflexión sobre el Evangelio (Mc 10, 2-16), destacando que el primer paso para estar cerca de Dios es reconocerse pequeños, necesitados, para abrir el corazón y descubrir el verdadero sentido de la vida:

“Saberse pequeños, saberse necesitados de salvación, es indispensable para acoger al Señor. Es el primer paso para abrirnos a Él. Sin embargo, a menudo nos olvidamos de esto. En la prosperidad, en el bienestar, vivimos la ilusión de ser autosuficientes, de bastarnos a nosotros mismos, de no tener necesidad de Dios. Hermanos y hermanas esto es un engaño, porque cada uno de nosotros es un ser necesitado, cada uno de nosotros es un pequeño, debemos buscar nuestra pequeñez y reconocerla, y allí encontraremos a Jesús.”

Como discípulos, dijo el Santo Padre, no solo hay que servir a los pequeños, sino también reconocerse a sí mismo como tal, reconociéndose pequeños delante de Dios y aconsejó a no caer en el desánimo cuando nos sintamos pequeños ante un problema, pues poco a poco va cayendo la “máscara de la superficialidad”, surgiendo nuestras fragilidades, que no deben verse como un obstáculo, pues con Dios a nuestro lado son más bien, oportunidades.

“Una bonita oración sería esta: ‘Señor, mira mi fragilidad’ y enlistarlas delante a Él, esto es una buena actitud delante a Dios” porque “de hecho, precisamente en la fragilidad descubrimos cuánto nos cuida Dios”.

Así mismo, el Papa señaló que cuando somos pequeños, en esos momentos de oscuridad, es cuando la ternura de Dios se hace presente, y mediante la oración, nos abraza como un padre a su hijo, esto nos hace grandes y fuertes para poner nuestra esperanza en Él.

Finalmente, tras el rezo del Ángelus, el Papa Francisco pidió un aplauso para las nuevas Beatas María Antonia Samà y Gaetana Tolomeo, y oró por los fieles reunidos en el Santuario de Pompeya y por todos los que en este mes renuevan el compromiso de rezar el santo Rosario.

 

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