Los jóvenes y la vocación misionera

En una amena charla, el P. Rigoberto Colunga Hernández, MG, nos comparte sobre su experiencia misionera y el surgimiento de la vocación sacerdotal en los jóvenes.
P. Rigoberto Colunga Hernández, MG

Autor: P. Rigoberto Colunga Hernández, MG

 

Sostuvimos una charla con el P. Rigoberto Colunga Hernández, MG, director de Educación, director general de Formación Integral y coordinador de Pastoral de la Universidad Intercontinental (UIC), quien nos compartió su experiencia misionera y el surgimiento de la vocación en los jóvenes:

 

Mi vocación misionera nació estando en el seminario de San Luis Potosí, donde conocí al P. José Contreras, MG,  quien llegó a buscar a un compañero con inquietud vocacional; él era promotor vocacional en ese tiempo y de manera indirecta fue mi primer contacto; posteriormente, decidí cambiar de seminario, fue cuando llegué a Misioneros de Guadalupe, en la Ciudad de México, donde me integré para concluir la Filosofía en la UIC; después, cursé la Teología, hasta mi ordenación sacerdotal. En principio, mi inquietud misionera era en Kenia, África, pero la voluntad de Dios era otra. En dos ocasiones solicité colaborar en alguna misión; la primera vez no tuve respuesta y la segunda, fue positiva, pero fui enviado a un lugar totalmente diferente al que deseaba: Corea, a donde llegué en 2001 hasta que regresé a México, en agosto de 2021.

 

Durante ese tiempo, 20 años, primero estuve en el Seminario de Kwanjiu en Corea, y luego de dos años, se me pidió colaborar para iniciar una nueva experiencia en China, donde estuve casi cinco años. Más adelante, mis superiores vieron la conveniencia de enviarme a cursar una especialización para después reintegrarme en el trabajo académico en China, pero los planes cambiaron, hice la maestría en España y regresé a Corea, donde estuve hasta agosto pasado.

 

Puedo afirmar, también, que mi vocación surgió desde niño: inicié como acólito y el contacto directo con los padres la fortaleció; en ese momento, no sabía distinguir las vocaciones, pero mi deseo era ser sacerdote.

 

En la Misión de Corea, mi experiencia ha sido de relación con  la comunidad infantil y juvenil porque en la cultura coreana el sacerdote recién ordenado tiene que desempeñarse como vicario para tomar experiencia en cualquier ámbito.

 

Como vicario, mi labor se enfocó en ellos, y la parroquia  donde colaboré por primera vez era grande; por ejemplo, el grupo de catecismo semanal  rebasaba los 200 niños. 

 

Además, había unos 80 adolescentes y jóvenes activos en grupos de coro, liturgia, de legión,  entre otros; es decir, rebasaba los 100 chicos implicados de modo directo, más los que llegaban a participar en las eucaristías y otras actividades.

 

Ahí me fui fogueando en el  trato y relación con los jóvenes. Mi función (no expresa,  pero sí implícita) era colaborar en su discernimiento, el cual no siempre es sencillo (a veces implica llevar un acompañamiento de personas expertas; en otras, no tanto). En el trato con ellos fui compartiendo la influencia en la toma de decisiones.

 

El discernimiento es complejo y cada persona es diferente, pero tenemos algo en común: somos cristianos y estamos convencidos de que Jesús nos  está llamando de diversas formas, nos convoca a cumplir una labor que se realiza a través de la vocación y ésta se va configurando con el paso del tiempo, no es inmediata; por ejemplo, yo quería ser sacerdote, pero no distinguía cómo; ya estando en la formación, conocí otros ámbitos en los que podía realizarme y así surgió mi vocación misionera.

 

 

La clave para inclinarse por una vida misionera está en el conocimiento de la actividad de las misiones; en algunos  casos, he escuchado que algunos compañeros comienzan a conocer mediante las publicaciones, en nuestro caso, con la revista Almas, o Aguiluchos de los misioneros combonianos, entre otras, esto es un primer contacto. 

 

Otro elemento que contribuye es que haya sacerdotes misioneros dedicados a promover las vocaciones en las parroquias; y otro elemento más es el conocimiento de los grandes misioneros o santos que pueda tener el joven; no es sencillo, porque no todo mundo tiene acceso o contacto con estos medios.

 

Después, estando en la formación, como joven seminarista vas conociendo sacerdotes con experiencia misionera en distintos países y eso te va ayudando a ampliar el panorama y a perfilarte.

 

Padrinos y Madrinas, los invitamos a escuchar esta charla completa, dando clic en el siguiente botón: 

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