Por una cultura de la no violencia

Desde la Misión de Corea, el P. Gerardo E. Cabral Parra, MG nos invita a reflexionar sobre la construcción de la paz y nos comparte la labor que los Misioneros de Guadalupe realizan con el pueblo coreano a favor de la paz.
Por una cultura de la no violencia

Autor: P. Gerardo E. Cabral Parra, MG

 

Fomentar la cultura de la no violencia significa construir la paz. Primero hay que reconocer e identificar los tipos de violencia. 

 

¿Qué hacer ante una situación de hechos violentos? ¿Cómo fomentar la paz? Para fomentar una cultura de no violencia, es decir, para crear una cultura de la paz, es necesario el compromiso de personas, instituciones y naciones.

 

Construir una cultura de paz no consiste sólo en evitar actos violentos, sino en fomentar la conciencia de convivir en armonía, pacíficamente, disfrutando de la libertad como algo esencial. Es decir, procurar que las relaciones se basen en el respeto, la igualdad y la tolerancia. Este respeto por los demás incluye sus creencias, tradiciones, formas de ser, raza y color, nacionalidad, etcétera, aun cuando no se esté de acuerdo con lo que piensan y viven.

 

Hay tres tipos de violencia: la directa, la estructural y la cultural. La violencia directa son los actos visibles (golpes,  insultos, acoso, represión, tortura). La violencia estructural consiste en negar la satisfacción de las necesidades básicas de la persona o grupo social (el desempleo, los barrios pobres, la falta de educación, de servicios médicos).

 

La violencia cultural se expresa en el ambiente de una familia, grupo o sociedad debida a los usos, costumbres, lenguaje, formas de pensar, de evaluar, las religiones, etcétera, es cuando la violencia se vuelve cotidiana o común y que por cuestión de religión, raza, pueblo, lengua o país de origen, se le desprecia, rechaza, discrimina o se le insulta, como si con esto se hiciera un bien a la sociedad o país.

 

Ordinariamente, cuando usamos la palabra paz, lo hacemos en dos direcciones: para referirnos al fin de la guerra entre países y para hablar sobre la paz interior de las personas; pero, ¿cuál es su verdadero sentido? La paz es una serie de valores, actitudes y comportamientos para rechazar la violencia y prever los conflictos, tratando de encontrar las causas a fin de solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre los involucrados. Así, la paz debe proponerse desde la educación en los hogares y en la escuela: valorar la unidad y solidaridad en los grupos humanos y apreciar la diversidad, el respeto de los derechos humanos, la igualdad entre el hombre y la mujer, la participación democrática, la educación para  todos, el desarrollo económico sustentable, la comprensión, la tolerancia y la solidaridad.

 

No podemos evitar los conflictos, son parte de nuestra naturaleza humana en la relación interpersonal y grupal, pero sí sabemos solucionarlos, reconociendo las causas, con un diálogo respetuoso y honesto, y con la práctica de la justicia social.

 

La Constitución Pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano II, número 78, habla sobre la naturaleza de la paz y la define como una obra de la justicia. La paz nunca es algo adquirido para siempre, sino  que es preciso construirla y fortalecerla cada día. Requiere del  esfuerzo de todas las personas para dominar sus pasiones y exige una constante vigilancia de la autoridad legítima.

 

La paz es el fruto del amor fraternal. Nace del amor al prójimo y es el efecto de la paz de Cristo, que procede de Dios Padre. Es de alabar a quienes renuncian a la intervención violenta en la defensa de sus derechos.

 

El Papa Francisco, en la exhortación apostólica “La alegría del Evangelio”, capítulo segundo, llamado “En la crisis del compromiso comunitario”, números 50 al 75, analiza las causas de la violencia, llamándolos desafíos del mundo actual: 

 

1) Una economía de la exclusión: este tipo de economía, mata; no es noticia que un anciano en la calle muera de frío y hambre, pero sí, una caída de dos puntos en la bolsa de valores. Esto es exclusión. No se puede tolerar más que se tire la comida, vivimos la cultura del descarte y esto es una forma de violencia  institucional. 

 

2) Una nueva idolatría del dinero: hemos aceptado el predominio del dinero sobre las personas y sociedades, cuando hay gente pasando hambre. 

 

3) El dinero que gobierna en lugar de servir: no compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. El dinero es para servir, no para gobernar. 

 

4) La inequidad que genera violencia: se acusa de violencia a los pobres y a los países pobres; sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra, tarde o temprano, provocarán una explosión social porque el sistema social y económico es injusto en su raíz.

 

 

Los Misioneros de Guadalupe en Corea nos esforzamos para promover la cultura de la no violencia mediante: 

 

1) El fortalecimiento de los vínculos familiares en los lugares en donde desarrollamos nuestra actividad misionera, tanto en las parroquias, como en los hospitales, mercados, con los migrantes, propiciando el  diálogo, el respeto, la tolerancia, el perdón y la ayuda mutua. 

 

2) La solidaridad con los grupos de migrantes de nuestros países latinoamericanos, que por trabajo, estudio o matrimonio han venido a Corea; acogemos a estas personas que llegan y viven en una cultura diferente en lengua, historia, costumbres, alimentación, clima, y sobre todo, en donde muchas veces son discriminados o tratados como personas de segunda clase, ésta es una prioridad para nosotros. Tenemos dos lugares en donde celebramos  la misa, atendemos sus necesidades espirituales, convivimos y dialogamos para apoyarlos en los retos que la vida les presenta en este país. 

 

3) El valor de la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural, con la promoción de la Virgen de Guadalupe como protectora de la vida, especialmente de los bebés en el vientre de su madre; nos oponemos a toda la cultura de la muerte, que es una forma de violencia.

 

¿Le gustaría colaborar con las Misiones? Contáctenos para conocer más y apoyar nuestra obra de evangelización: Línea Misionera 800 00 58 100, de lunes a viernes, de 8:30 a 18:00 horas.

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