Por una cultura de paz en Hong Kong

El P. José Arturo De la Torre Guerrero, MG, desde la Misión de Hong Kong, nos relata cómo, a través de su obra misionera, se puede promover la paz entre los jóvenes que ansían una justicia verdadera.
Por una cultura de paz

Autor: P. José Arturo De la Torre Guerrero, MG.

 

En junio de 2018, regresé a la Misión de Hong Kong después de haber colaborado en la patria por 19 años, 10 de los cuales fueron en la pastoral universitaria en la Universidad Intercontinental (UIC), en la Ciudad de México.

 

Una de mis expectativas a mi regreso era contribuir de manera más específica en la misión ad gentes a través de la colaboración en el área de la educación, aprovechando la experiencia y los aprendizajes adquiridos en los últimos años en México.

 

Gracias a Dios y al apoyo del presidente de Cáritas Hong Kong, el P. Joseph Yim, y del Obispo de Hong Kong, Mons. Michael Yeung (qepd), las puertas se fueron abriendo, y a los pocos meses fui nombrado Capellán del Instituto Cáritas de Educación Superior, el cual está en vías de convertirse en la primera universidad católica en este territorio. El Instituto tiene en este curso alrededor de 4 500 estudiantes, de los cuales, menos de 150, son católicos, y unos 250, son cristianos de diversas denominaciones.

 

En ese contexto, viví el movimiento social que se dio en Hong Kong, en el verano de 2019, y que se prolongó hasta los inicios de la pandemia, en 2020. Este movimiento se generó por la introducción de una ley de extradición de prisioneros a ciertos países y territorios, incluidos China y Taiwán. Se trataba de un tema muy sensible, por la desconfianza de gran parte de la población de Hong Kong al sistema judicial de China.

 

Lo que en un inicio comenzó como un movimiento pacífico, se fue tornando violento ante lo que un sector de la población consideraba “oídos sordos” por parte de las autoridades civiles. Este movimiento fue liderado y desarrollado en gran parte por jóvenes, muchos de ellos, universitarios, quienes, con un sentido de justicia y poca paciencia ante la lenta respuesta de los gobernantes, se volvieron impacientes y radicales.

 

Los choques violentos con la policía y los destrozos en las calles fueron catastróficos para la moral de la población y la confianza en el futuro de Hong  Kong, lo que a la larga ha provocado una ola de emigración a diferentes países.

 

Uno de los hechos más sobresalientes en 2019 fue el atrincheramiento de estudiantes en la Universidad Politécnica, que se tornó en una especie de “zona de guerra” acordonada por la policía. Algunos sacerdotes pudimos entrar al campus para dialogar con los manifestantes; unos eran estudiantes del Instituto Cáritas. Aunque tratamos de conversar, desafortunadamente, no logramos nada. Ver la situación del lugar fue deprimente, pero la confianza en Dios le dio sentido a nuestros esfuerzos.

Una de mis labores en el Instituto es la de impartir materias y módulos de ética relacionados con la Doctrina Social Católica. Ha sido una experiencia muy retadora, sobre todo en los tiempos del movimiento, al tratar diversos temas sociales. La participación de los jóvenes ha sido muy positiva: muchos expresan el enriquecimiento de su visión social por la propuesta católica de una cultura de paz.

 

Hay tres puntos de esta propuesta en los que prácticamente todos los estudiantes están de acuerdo. El primero de ellos es que la paz es mucho más que la ausencia de violencia, en especial si se considera que es la idea que muchos manifiestan al definirla, reforzada, además, por una cultura confucionista de “armonía”, que termina siendo una paz aparente. La paz no equivale a evitar conflictos.

 

El segundo es que la paz no puede separarse de la justicia. Para muchos alumnos, la frase que san Paulo VI expresó en su mensaje por el Día de la Paz en 1972 se ha convertido en lema: “Si quieres paz, trabaja por la justicia”. Se trata de una frase inspiradora para universitarios sedientos de una justicia verdadera que logre permear lo más profundo de nuestras relaciones sociales a través de la igualdad y la equidad; se habla de una justicia que busca la paz.

 

El tercer punto, y el más importante de todos, es que la paz solo puede vivirse plenamente desde la perspectiva del amor. Solo en el reconocimiento de que todos somos hermanos, hijos de un Dios que nos enseñó la paz verdadera, vivida con el perdón movido por el amor expresado en la cruz, es como se puede dar un giro a nuestras vidas, llenas de resentimientos y rencores, expresados en ocasiones de manera violenta, a través de la venganza.

 

Tengo claro que estos conceptos pueden quedar sólo en la cabeza de muchos estudiantes, y que no necesariamente llegarán a transformarse en acciones, considerando que se trata de jóvenes que quieren ver cambios en los adultos antes que ocasionarlos. Sin embargo, estoy convencido de que mucha de la riqueza del trabajo misionero se da al sembrar la semilla del Evangelio; los frutos los da Dios en su infinita misericordia. Mientras tanto, con la ayuda de Dios, seguiré sembrando la semilla de la paz en este rincón chino, fortalecido por el apoyo en la oración de nuestros bienhechores. Sigamos orando por la paz en el mundo; en especial, en México y en Hong Kong.

 

¡Usted puede contribuir con las Misiones! Contáctenos y apoye nuestra obra evangelizadora: Línea Misionera 800 00 58 100, de lunes a viernes, de 8:30 a 18:00 h.

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