Un llamado a la unidad en la Misión

Aprovechar los diferentes dones y carismas de la Iglesia y trabajar en unidad, sobre estos temas nos comparte su reflexión el P. Jorge Gutiérrez Martínez, MG.

Autor: P. Jorge Gutiérrez Martínez, MG

 

Queridos bienhechores, en el corazón de la Iglesia, latiendo en cada uno de sus miembros, yacen los dones especiales del Espíritu Santo, conocidos como carismas.

 

Estos carismas son dones dados por Dios para el enriquecimiento de nuestra fe y para el servicio a la comunidad cristiana. En sintonía con la enseñanza del Papa Francisco, en este mes deseamos explorar la importancia de la diversidad de carismas en la Iglesia y su relevancia en nuestra acción misionera.

 

El Santo Padre, en sus intenciones de oración, nos invita a reflexionar sobre la variedad de carismas presentes en la Iglesia. Cada uno, como miembros del Cuerpo de Cristo, ha sido agraciado con dones especiales que nos permiten desempeñar roles únicos en la misión de la Iglesia. Algunos de nosotros podemos tener el don de la enseñanza; otros, el de la compasión; algunos, la capacidad de liderazgo, y otros talentos que se manifiestan de diversas maneras.

 

Sin embargo, es esencial comprender que estos carismas no son para nuestro beneficio exclusivo, sino que están destinados a servir a la comunidad y al mundo en general. El Papa Francisco nos recuerda que estos dones no deben ser motivo de orgullo o división, sino que deben unirnos en un propósito común: el anuncio del Evangelio y la construcción del Reino de Dios en la tierra.

 

En nuestra acción misionera, la diversidad de carismas se convierte en una riqueza invaluable. Cada Misión es única y cada contexto cultural y social presenta distintos desafíos. Es aquí donde la multiplicidad de dones y talentos se vuelve esencial. Al colaborar juntos, aprovechando nuestros carismas individuales, podemos llegar a lugares y personas que de otro modo podrían quedar excluidos de la Buena Nueva de Cristo.

 

 

La unidad en la diversidad de carismas es una manifestación de la belleza de la Iglesia. Es un testimonio poderoso de cómo, a pesar de nuestras diferencias, podemos trabajar juntos en armonía, guiados por el Espíritu Santo. Como Misioneros de Guadalupe, tenemos la responsabilidad de llevar el amor de Cristo a todos los rincones del mundo y esta pluralidad de carismas es nuestra fortaleza.

 

En este mes de reflexión sobre la diversidad de carismas, recordemos que somos una comunidad de creyentes llamada a colaborar, aprender unos de otros y poner nuestros dones al servicio de la misión. Sigamos el ejemplo del Papa Francisco, quien nos anima a vivir con humildad y gratitud por los carismas que hemos recibido, y a ser instrumentos de unidad y amor en nuestra labor misionera.

 

A medida que avanzamos en nuestra misión, mantengamos en nuestros corazones la oración del Santo Padre y su deseo de que, en la diversidad de carismas, encontremos la fuerza para proclamar el Evangelio y seguir el llamado de Jesús a ser sus testigos en el mundo.

 

Con gratitud por su apoyo constante y oraciones, continuemos juntos, como hasta ahora, nuestra acción misionera, celebrando la diversidad de carismas que hacen que la Iglesia sea verdaderamente universal.

 

¡Apoye nuestra obra evangelizadora! Contáctenos y contribuya para que el Reino de Dios llegue hasta donde se necesita. Línea Misionera: 800 00 58 100, de lunes a viernes, de 8:30 a 18:00 horas, tiempo del centro.

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