CESPA Amazonas… comenzamos de la mano de Dios

El P. Ricardo Gómez Fregoso, MG, nos relata cómo fue el inicio de la aventura misionera en la Misión de la Amazonía para los seminaristas y formadores del CESPA.
CESPA Amazonas

Autor: P. Ricardo Gómez Fregoso, MG

 

Después de varios meses en la Amazonía del Perú, viendo de manera retrospectiva el caminar del Centro de Espiritualidad y Pastoral (CESPA) de Misioneros de Guadalupe (MG) en Pebas, Perú, puedo afirmar con seguridad que comenzamos esta experiencia de la mano de Dios.

 

El primer curso del CESPA en la Amazonía del Perú comenzó con siete seminaristas y dos sacerdotes. Al salir del Seminario Mayor en México, hubo detalles muy significativos: toda la comunidad se reunió para despedirnos a la entrada del seminario, nos cantaron “Las golondrinas” y el coordinador general de la comunidad dirigió una oración, pidiendo a Dios que nos cuidara y bendijera, como pioneros, para dar lo mejor de nosotros en esta nueva experiencia para el Instituto y para el Seminario de Misiones; luego, todo el equipo formador nos dio la bendición y partimos hacia el aeropuerto.

 

No tuvimos contratiempos y llegamos al aeropuerto con muy buen tiempo, pero dos de los alumnos no podían abrir su aplicación para mostrar los comprobantes de vacuna contra el Covid. Gracias a Dios, el personal estaba muy tranquilo y permitió que se tomaran el tiempo necesario para presentar los documentos. No hubo problemas para registrar las maletas y el equipaje que llevábamos, ¡pasamos la primera prueba!

 

Llegamos a la ciudad de Lima y en Migración detuvieron a uno de los seminaristas porque su nombre coincidía con una persona reportada en el sistema. Gracias a Dios, a los pocos minutos salió y a todos nos dieron la visa de turistas, ¡segunda prueba superada! De inmediato, conseguimos dos camionetas para que nos llevaran a la casa de MG en San Borja.

 

Pudimos conseguir rápidamente la entrevista con la Interpol Perú para el proceso de residencia, pero hasta la ciudad de Trujillo, a 10 horas de Lima. Al siguiente día, nos trasladamos a Trujillo, con la bendición de que el seminario diocesano nos abría las puertas para hospedarnos y nos trataron como verdaderos hermanos.

 

El domingo era el aniversario del Arzobispo de Trujillo, Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, OFM, en la catedral. Mandé un recado a los amigos de Bagua (parroquia donde trabajé años atrás en Perú) que viven en Trujillo y se presentó un joven que me dijo que era del grupo de adolescentes de aquellos años. Nos invitaba a comer a su casa al siguiente día, pero le comenté que teníamos cita en la Interpol toda la mañana, y señaló que allá nos vería. Resultó ser un oficial de la policía, y aunque no conocía a nadie de Interpol, se presentó con el oficial que nos atendería y abrió la puerta para que nos recibieran a todos juntos y nos dieran de inmediato la carta de no antecedentes de Interpol Perú, ¡tercera prueba superada!

 

Regresamos con bien a Lima y al tercer día seguimos nuestro viaje a Iquitos. Parecía que todo lo teníamos arreglado, boletos, pases de abordar, pero al pasar los filtros de inspección, a seis de los muchachos los bloquearon los rehiletes porque no reconocían sus pases. Tuvieron que regresar a los mostradores y, gracias a Dios, pudieron ingresar a tiempo a la sala de espera, ¡cuarta prueba superada!

 

En Iquitos tuvimos la oportunidad de saludar al obispo del vicariato, Mons. José Javier Travieso, quien nos dedicó toda una mañana para darnos la bienvenida y hablarnos de los retos del Vicariato de San José del Amazonas. Hicimos las últimas compras para llevar a la casa de formación, pero ¡eran demasiados bultos!: nuestras cosas y computadoras personales, aparte de la despensa y utensilios para la casa; tuve la preocupación de que en el puerto encontráramos problemas y pudiéramos perder algunos paquetes, pero, gracias a Dios, dos jóvenes nos ayudaron a bajar al puerto, cuidaron las cosas mientras nos registrábamos y nos ayudaron a subir rápido los bultos más pesados al barco que nos llevó hasta Pebas, a cinco horas de viaje sobre el Amazonas, ¡quinta prueba superada!

 

El domingo por la mañana, en la Santa Misa de la comunidad de Pebas, nos hicieron una bienvenida muy cariñosa. Las hermanas religiosas Esclavas Misioneras de Jesús, invitaron a los miembros de los grupos a preparar algunos números musicales para recibir a los nuevos misioneros; después, nos fueron introduciendo a los apostolados de la parroquia de Pebas, donde la gente nos ha recibido con mucha alegría y cariño. De hecho, se presentó la oportunidad de comenzar un grupo de catecúmenos para ser bautizados en el campo militar del Pijuayal, cerca de Pebas, donde nos comprometimos a visitar los cada sábado por la mañana.

 

Hasta aquí todo iba bien y marchando sobre ruedas, pero nos faltaba el último reto. Migración Perú nos pedía una carta de no antecedentes penales en México, que ninguno de nosotros llevábamos. Nuevamente, gracias a Dios y al apoyo de nuestros amigos en las oficinas de MG en México, logramos tenerlas antes de los tres meses en que se nos vencía la visa de turistas y la carta de Interpol Perú. Ahora ya todos tenemos la credencial de residentes de Perú por un año.

 

Gracias a Dios, a nuestros bienhechores, familiares y amigos que siempre nos acompañaron con su oración; al personal de MG de las oficinas México, que dieron mil vueltas, pero nos consiguieron esas cartas; a las hermanas y a la comunidad de Pebas, que nos hacen sentir como en casa, podemos decir con toda seguridad: ¡El CESPA de la Amazonía comenzó de la mano de Dios!

 

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