La difusión del maltrato hacia personas mayores, una aportación a la cultura de la no violencia

El maltrato a las personas mayores es uno de los problemas que deben abordarse cuando se habla de una cultura de la no violencia, como nos comparte en este artículo la ex MLA Esther Alanís Acosta
maltrato hacia personas mayores

Autor: Esther Alanís Acosta, Ex MLA en Guatemala y Perú

 

El maltrato hacia las personas mayores se refiere a situaciones no accidentales en las que las personas mayores sufren daños físicos, psíquicos o sociales, o la privación de sus necesidades básicas.

 

Entre 2019 y 2030 se prevé que, a nivel mundial, el número de personas mayores de 60 años pase de mil millones a 1.4 mil millones, superando en número a la juventud; este crecimiento será especialmente considerable en las regiones en vías de desarrollo, lo cual requiere que se preste mayor atención a los desafíos propios de las personas mayores, incluso en el campo de los derechos humanos.

 

El maltrato hacia las personas mayores se refiere a situaciones no accidentales en las que sufren daños físicos, psíquicos o sociales, o la privación de sus necesidades básicas, como resultado de un acto u omisión por parte de las personas que deben cuidarles o brindarles un servicio.

 

Este fenómeno social es un tipo de violencia directa –pues se ven afectados los derechos humanos de las personas mayores– que se presenta tanto en países en vías de desarrollo como desarrollados.

 

 

En lo personal, he tenido la oportunidad de formarme en el IMSS, como cuidadora y promotora de Apoyo Gerontológico, y he organizado grupos gerontológicos para fomentar la participación activa de las personas de la tercera y cuarta edad en aspectos sociales, culturales, políticos y económicos, a fin de propiciar su independencia y maximizar la funcionalidad mediante estrategias de autocuidado de la salud, ayuda mutua y autogestión.

 

Quienes forman estos grupos no necesariamente son de la tercera y cuarta edad: también hay personas jóvenes con el interés de conocer sobre los temas, tanto para el propio cuidado, como para ser un digno apoyo a familiares o conocidos.

 

Mi experiencia como promotora de apoyo gerontológico ha sido muy satisfactoria, pues he atestiguado cómo algunas personas mayores han tomado en serio su desarrollo integral, otras se han “empoderado” y se atreven a denunciar situaciones que les afectaban; otras más deciden formarse como cuidadores gerontológicos.

 

En cuanto a mi rol como cuidadora de mi mamá, de 79 años, con diferentes enfermedades crónicas, ha sido un continuo aprendizaje. Al principio, creí suficiente acompañarla y dar seguimiento a lo indicado por el médico. Sin embargo, gracias a la formación recibida y a la práctica, voy comprendiendo su proceso de envejecimiento, lo que implica y el cuidado que debo ofrecerle. Esta tarea es gratificante, aunque hay momentos en los que es necesario respirar; me ayuda mucho la frase del Papa Francisco: “Honrar al padre y a la madre, honrar a los ancianos es reconocer la dignidad que tienen”; esto me reinicia y todo toma sentido nuevamente.

 

Por último, mi reconocimiento y mi oración para todas aquellas personas que ejercen el rol de cuidadores de personas adultas.

 

¿Sabías que como laico, tú puedes contribuir a fomentar la paz en diferentes culturas y países? La Misión te espera, contáctanos y descubramos juntos el sueño que Dios tiene para ti:

 

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