El camino hacia la Misión

¿Cómo se llega a ser misionero? El diácono Marcos Iván Aguirre Segura, MG, nos relata un poco sobre su experiencia de formación y el recorrido vivido para llegar a la Misión de Mozambique.

Autor: D. Marcos Iván Aguirre Segura, MG

 

Estimados Padrinos y Madrinas, como saben, la formación sacerdotal misionera es larga; ingresé en agosto de 2010 al Seminario Menor y recientemente recibí la ordenación diaconal. Este arduo proceso de formación ha sido muy enriquecedor con su compañía.

 

En estos momentos, habiendo concluido la Teología, miro el recorrido de 13 años y veo a aquel chico que llegó al seminario con miedo porque no sabía a qué se enfrentaría, pero tenía presente la meta a la que quería llegar. Durante el tiempo que pasé en el Seminario Menor, mis formadores me ayudaron a externar mis cualidades y dar siempre lo mejor de mí, sin importar las circunstancias.

 

Al finalizar los tres años del Seminario Menor, pasé al Curso Introductorio (CISEMI), que me ayudó a integrarme al Seminario Mayor, ya que muchas de las actividades eran parecidas; también teníamos clases con profesores de la universidad, así que me dio muchas herramientas para iniciar con los estudios de Filosofía, aunque me di cuenta de que no era tan fácil, fue una época muy árida, que me hizo cuestionar varias cosas, incluyendo por qué estaba en el seminario; sin embargo, tanto mi formador como mi director espiritual y mi mejor amigo me ayudaron a entender que esta parte es necesaria para comprender otras.

 

Después de terminar la Filosofía, realicé el Curso de Espiritualidad y Pastoral (CESPA), que estuvo lleno de aprendizajes y retos; en la primera parte, conocimos las espiritualidades que tiene la Iglesia, así como el trabajo que se desarrolla en las misiones y su historia, nos adentramos un poco en el idioma otomí y la cultura de Ixmiquilpan, estudiamos las constituciones del Instituto, vivimos retiros semanales y algunos paseos de integración grupal.

 

 

 

En la segunda etapa, iniciamos con los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola, para después vivir en una comunidad de Cardonal, Hidalgo, a donde me enviaron, junto con mi compañero Miguel, a un poblado llamado La Florida, donde nos organizamos para apoyar en diversas actividades, como la formación de catequistas y de los mayordomos de la capilla, un coro con niños y adolescentes, pláticas de Semana Santa, en la primaria, con talleres, y en la secundaria colaboramos con clases de ética, educación física, matemáticas, pero, sobre todo, en inculcar valores a los chicos. Esta etapa fue la que me ayudó más a asimilar que el trabajo pastoral es muy amplio.

 

Después del CESPA, comencé los estudios de Teología. Al concluir el tercer año, fui enviado al Seminario Menor, experiencia que fue muy buena, pues fui formador y profesor, así entendí lo que cada maestro tiene que invertir para dar una clase y también, comprendí a los formadores.

 

Dentro del seminario, es muy importante la convivencia con los compañeros. Recuerdo con mucho cariño a varios que estuvieron a lo largo de este caminar. Finalmente, me gustaría agradecerles, Padrinos y Madrinas, amigos y familiares, ya que sin su apoyo no hubiera llegado a este momento, como diácono, en la Misión de Mozambique, cuenten con mis oraciones y sigan orando por mí.

 

¿Le gustaría contribuir a la formación de nuestros futuros sacerdotes misioneros? ¡Contáctenos! Línea Misionera: 800 00 58 100, de lunes a viernes, de 8:30 a 18:00 horas, tiempo del centro.

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