Enterrar a los muertos

La Misionera Laica Asociada a MG, Paula Salazar García, nos cuenta cómo se realiza un sepelio en la Misión de Mozambique y cómo se honra a los fieles difuntos en estas tierras africanas.
Enterrar a los muertos

Autor: Paula Salazar García, MLA

 

Queridos Padrinos y Madrinas de la revista Almas, soy Misionera Laica Asociada (MLA) a Misioneros de Guadalupe (MG), en la Misión de Mozambique, los saludo con mucha alegría desde el continente africano. En noviembre, mes en que los católicos celebramos a los fieles difuntos, deseo compartirles cómo honran a los fallecidos en esta tierra de Misión.

 

La localidad donde vivimos se llama Machipanda, Manica, de la Diócesis de Chimoio, Chikweia; aquí, una de tantas tradiciones que me sorprenden es que tienen muchos cementerios, cada barrio tiene el suyo e incluso hay familias que cuentan con uno en su terreno.

 

Participar de los sepelios es hacer una de las 7 obras de misericordia corporales: Enterrar a los muertos; así, haciendo comunión con los deudos en su dolor, se unen creencias religiosas, políticas, laborales y civiles en las que todos son solidarios y colaboran.

 

Por ejemplo, a los hombres les corresponde hacer el pozo para el entierro, a veces ellos mismos construyen la caja para el difunto; otros colaboran cargando garrafas de agua de 20 litros, harina de maíz, pescado seco, legumbres, azúcar, arroz; otros más, llevan la leña a fin de que las mujeres ayuden a cocinar para todos; también, hay un equipo que hace el reporte de contribuciones de dinero para la familia enlutada, y un grupo de ancianas, reconocidas por la comunidad, limpian y visten el cuerpo del fallecido.

 

El día del entierro se lleva a cabo la celebración religiosa, dependiendo de la iglesia en la que rezaba el difunto. Normalmente, estas celebraciones se hacen al aire libre, después de las 10:00 horas; ya estando en el cementerio, una persona lee el programa y anuncia a quienes van a expresar su sentir: representantes de la familia, iglesia, gobierno, o bien, algún amigo, compañero del trabajo, etcétera; mientras, se va mostrando la fotografía del fallecido, la van pasando de mano en mano. Al enterrarlo, colocan primero un petate y después el féretro, luego otro petate y, si la familia tiene condiciones, colocan la cobija con la que dormía. Al final, acomodan el balde que sirvió para limpiar su cuerpo y lanzan la tierra.

 

Siete días después, la familia acude para sembrar flores en la tumba. Posteriormente, viene otro rito que llaman “40 días”, en el que solicitan a la iglesia bendecir la tumba cuando ya tiene cemento y su placa. Para esta celebración puede pasar más tiempo, dependiendo de la economía familiar. En cada evento hay noches de danza y toque de tambores, con cantos funerarios especiales.

 

Tradicionalmente, el día 1 de noviembre conmemoran a los muertos; cada familia hace limpieza en las tumbas y después continúan las oraciones para todos sus antepasados fallecidos.

 

Padrinos y Madrinas, muchas gracias por todo lo que hacen por las misiones, siempre están en nuestras oraciones, y que Dios conceda la gloria a nuestros bienhechores ya fallecidos. 

 

Y tú, joven, que has sentido la inquietud por servir a Dios y a nuestros hermanos de tierras lejanas, ¡inténtalo! Contáctanos y caminemos juntos para descubrir lo que Dios tiene para ti: Línea Misionera sin costo 800 0050 100; whatsapp 722 514 8183; mlavocaciones@mgpe.org

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