Experiencia vocacional desde la Amazonía de Perú

¿Cómo ha sido la experiencia del CESPA en la Amazonía? El S. Uriel Omar Vega Montoya nos cuenta un poco de su labor en estas tierras de Misión.
Experiencia vocacional

Autor: S. Uriel Omar Vega Montoya

 

La Amazonía del Perú es un lugar muy diverso en todos los sentidos; es agradable ver una extensa selva verde a las orillas del río llena de vida: en el día se puede escuchar con facilidad el canto de múltiples aves y por las noches, distintas especies de animales salen de caza, esto, junto a la alegría de los habitantes, da vida a este “pulmón de la tierra”.

 

Desde mi experiencia, al salir de México sentí alegría porque esta vivencia de la Misión me fortalece personal y espiritualmente. Al principio, el conocimiento de la realidad que se vive en este lugar impacta, entra esa sensación de querer hacer algo por cambiarla y, aunque es una utopía, se puede trabajar de diferentes maneras para lograr el bien común; una de ellas consta de ir cooperando con los distintos grupos y proyectos parroquiales.

 

El trabajo pastoral parroquial es muy amplio y uno de los apostolados que realicé fue el catecumenado del cuartel militar, una labor interesante y llena de retos. A continuación, mencionaré tres características importantes que observé.

 

La primera fue la educación religiosa; en Perú es muy común encontrar que esta se imparta en todas las escuelas, sean particulares o de gobierno; los soldados que querían recibir los Sacramentos del Bautismo y la Primera Comunión ya contaban con esta educación, tenían un conocimiento parcial sobre la Iglesia católica y otras iglesias de denominación cristiana, esto facilitó la catequesis.

 

 

Como segunda característica, observé la disponibilidad de estos soldados, la mayoría fue constante y en cada tema ponían toda la atención posible, incluso eran muy participativos, lo cual indicaba el auténtico interés por recibir los sacramentos; uno de ellos era evangélico y aunque no deseaba cambiar su fe, siempre estaba atento, con actitud de respeto, escucha y participación.

 

La tercera particularidad fue el interés de las autoridades militares para que sus soldados recibieran los sacramentos; siempre hubo un diálogo respetuoso, así como la motivación de su propia tropa, no solo se preocupaban porque los soldados recibieran valores humanos y cívicos, sino también por la educación religiosa, que les ayuda a mantenerse fuertes en la fe, con su espíritu vivo.

 

Al concluir el curso, recibieron los mencionados sacramentos; ese momento fue de mucha alegría para todos los involucrados en el apostolado, los exhortamos a mantener viva la fe y poner en práctica lo que habían aprendido. Este catecumenado les permitió conocerse a sí mismos, aprender sobre nuestra fe católica y ser más fraternos con todos.

 

En lo personal, me dejó una gran motivación, al escuchar, dentro de los temas, sus testimonios y deseos de llevar una vida mejor. Al principio, los prejuicios eran muchos, quizá por el hecho de ser soldados pensé que habría cierta reticencia hacia lo espiritual; sin embargo, al observar su interés por los temas y por los sacramentos, al notar su ánimo y progreso, cambié mi pensar y supe que pueden ser buenos soldados de Cristo.

 

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