La huaylaka y la oqllokuna

El valor de las mujeres en la sociedad debe dignificarse, como nos lo comenta el P. Eduardo Castellanos Hernández, quien nos comparte dos anécdotas cuando colaboró en la entonces Misión de Perú.

Autor: P. Eduardo Castellanos Hernández, MG

 

La cultura andina tiene sus proverbios e historias que nos ayudan a entender la problemática que algunas veces existe en el interior de la familia; en este caso, el tiempo que estuve en el Qosqo (Cusco, Perú), acompañé a la comunidad de la Sagrada Familia en sus tradiciones culturales y religiosas.

 

Lo que me llamó la atención fue la manera de exteriorizar algunos hábitos mal encauzados que dañan la integridad de la familia y la sociedad. La huaylaka es un término peyorativo que se emplea para designar a aquella mujer dentro del hogar que no sabe hacer nada; es decir, no sabe cocinar, lavar ni asear la casa. Cuando cocina, todo se le quema y es floja, solo le gusta andar en la calle, divirtiéndose en las fiestas con sus amigas y perdiendo el tiempo en desfogues y borracheras. En cierta medida, dentro del hogar, cuando una mujer es holgazana, le echan en cara que sus actitudes son similares a la huaylaka.

 

La imagen de la huaylaka es parodiada por un hombre que imita a esta cortesana, vestido en el sarcasmo, convirtiéndose en el centro de atención y broma en algunas procesiones o carnavales.

 

“‘La pereza es la madre de todos los vicios’. Es una llamada de atención para el varón y la mujer para ser personas virtuosas y decorosas, que las buenas costumbres hablen bien de nosotros, y honrando a nuestra familia sin perder la autoridad que recibimos. Valoremos el trabajo honrado y desechemos de nuestra vida a aquellos individuos que no le aportan nada positivo; saber elegir a nuestras amistades con sabiduría y prudencia”.

 

El Papa Francisco nos exhorta a que volvamos a mostrar la fuerza de la mujer, debemos tomarla en serio y no usarla solo como un instrumento de publicidad de cosméticos, alcohol, sexo o pornografía.

 

El Sumo Pontífice ha tenido pláticas con mujeres que con siguieron salir de las redes de prostitución clandestina y de la trata. “Por favor”, dice el Papa, “esto es un insulto a la mujer, que está llamada para cosas mucho más grandes y trascendentes en la vida, honremos su dignidad”.

 

 

Oqllokuna

 

El Inca Garcilaso de la Vega describe, en los Comentarios reales, que fue testigo en su niñez de las oqllokuna, que además de las vírgenes que en traban en los conventos a profesar perpetua virginidad, había muchas mujeres de sangre real que vivían en sus casas en completo recogimiento y honestidad, con voto de castidad, aunque no en clausura, porque no dejaban de salir a visitar a sus parientes y familiares cercanos en caso de enfermedad y partos. Las tenían en grandísima estima y veneración por su pureza, las llamaban oqllokuna.

 

También, menciona que la castidad de las oqllokuna no era aparente, sino muy verdadera; so pena de ser quemadas vivas o echadas a la fosa de los pumas por falsedad o por embusteras.

 

Sin olvidar la honestidad de las viudas en común, que guardaban gran aislamiento por todo el primer año de su viudez, las que tenían hijos no volvían a casarse jamás, ya que guardaban y vivían en continencia. Por esa virtud, eran muy favorecidas en sus leyes y ordenanzas, incluso mandaban que se les cultivaran sus tierras antes que al kuraka y al inca.

 

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