Mi primera Navidad en Misión

Desde la Misión de Mozambique, la Misionera Laica Asociada Ivette Stephanie Rodríguez Reyna, nos narra la experiencia de pasar su primera Navidad en estas tierras lejanas.
Mi primera Navidad

Autor: Ivette Stephanie Rodríguez Reyna, MLA

 

Lucecitas de colores, esferas, pinos, regalos, tamales, ponche, posadas, fiesta, una lista de cosas que al imaginarlas juntas nos llevan a pensar en una sola cosa… “La Navidad”. Y, ¿cómo no va a ser así?, si con el paso del tiempo son elementos que se han convertido en costumbre y tradición para ambientar este tiempo tan especial del año. Pero déjame decirte que este sentido de Navidad no se vive de la misma forma en todas partes. En África, específicamente en el país de Mozambique, esta lista de cosas navideñas no existe. Y aunque en el mundo existen muchos pensamientos diferentes de lo que es la Navidad, los cristianos tenemos por bien sabido que es el momento del año en que recordamos con mayor intensidad que Jesús nace, se hace hombre para habitar entre nosotros, viene a renovarnos y traernos la salvación.

 

Tal vez tú, como yo, puedes relacionar la Navidad con la lista de cosas que acostumbramos a ver en ella, pero ¿te puedes imaginar pasar la Navidad sin ninguna de estas cosas?, y, además, ¿con calor de verano?

 

Te quiero contar de mi primera experiencia festejando la Navidad fuera de mi país. El primer gran cambio que sentí fue el clima, en Mozambique los meses más calurosos van de diciembre a febrero, así que en tiempo de Navidad hay un calor intenso de más de 36° C. Al salir a recorrer los alrededores del lugar no se ven las calles adornadas con luces, escarchas y esferas, lo que sí podía ver eran paisajes con grandes montañas, vegetación increíblemente verde y un sol grande y brillante que deja ver unos atardeceres rojo intenso, increíbles. Tampoco encontré en las casas pinos adornados con regalos debajo, tienen sólo lo más básico que pueden precisar para vivir, de hecho, no existen las vacaciones decembrinas, aquí las actividades y el trabajo no paran para preparase para la fiesta, la gente continúa trabajando cotidianamente, porque necesita seguir haciéndolo para tener dinero. Fue tan grande el impacto al ver que la Navidad como la conocía no estaba, que, queriendo recuperar un poco de esas tradiciones a las que estaba acostumbrada tener para festejar la Navidad, junto con una de mis compañeras, decidimos hacer un árbol navideño con un tronco de ramas secas donde colocamos luces, adornos y algunos regalos. Dentro de la Misión colaboran con nosotros algunas personas locales que, al ver estas cosas que eran nuevas para ellos, quedaron maravillados, sorprendidos de ver una nueva manera de manifestar y ambientar para vivir la Navidad.

 

Hasta ahora, sólo he hablado de algunos de los signos más visibles que utilizamos en este tiempo, pero ¿Qué significa realmente la Navidad? ¿Cuál es la diferencia de vivirla en otro lugar?

 

En mi percepción, la Navidad es la manifestación del amor. Como se manifestó hace más de dos mil años, el amor más puro; el amor de madre de María, el amor de padre de José, y por supuesto, el amor más grande, el de Dios por su creación. Y es eso mismo lo que cada año celebramos en la Navidad, el milagro del amor. En aquel gran momento del nacimiento de Jesús, trajo consigo una inmensa luz que nos iluminaría de nuevo el camino para llegar al Padre; los pastores que se encontraban dormidos fueron despertados y animados para juntos salir y andar; grandes reyes fueron movidos para compartir y regalar algunos de sus tesoros más preciados. Creo que es eso mismo lo que tratamos de recrear con todos lo que hacemos para ambientar la Navidad, buscamos colocar muchas luces para iluminar las calles, porque es la representación de la luz de Cristo que nos ilumina el camino, hacemos fiestas y posadas para estar juntos y celebrar, para ser como esos pastores que se llenaron de alegría y alababan; también, ofertamos nuestras riquezas, damos regalos para compartir lo que tenemos. Vivimos en familia, en comunidad, festejamos en unión con esperanza, y todo esto lo hacemos con un solo objetivo, manifestar nuestro amor, buscamos simplemente revivir con estos gestos, todo lo que recibimos en el día del natal del amor.

 

Entonces, si lo esencial de la Navidad es el amor, manifestarlo y compartirlo, mi experiencia de Navidad en este sentido se vivió de la misma manera. Las luces que encontré fueron la de las sonrisas de las personas, luz que ilumina sus rostros y el día para los otros; la vida en las comunidades que he visitado, son de fraternidad, como si todos fueran una sola y gran familia, se acompañan en las alegrías, en los tiempos difíciles, en las pérdidas, se preocupan y apoyan unos a otros, son esos pastores que juntos se levantan y van recorriendo el camino; en cuanto a los regalos, la riqueza que poseen son cosas que en mi vida no pensé poder recibir. Te cuento: gracias a la generosidad de muchos de ustedes en esta Navidad, pudimos hacer algunas despensas, las cuales entregamos a familias y personas que colaboran con nosotros en la Misión. La manera en que se manifiestan aquí los sentimientos es a través de la danza y el canto, después de recibir su presente las personas se paraban a danzar, brincar, aplaudir y cantar de la alegría y agradecimiento, esas manifestaciones fueron para mí, sin duda, el mejor regalo que pude recibir, ver su felicidad, su esperanza, su amor manifestándose de una manera tan hermosa. Yo tenía un mes de haber llegado a esta tierra de Mozambique, así que aún no hablaba casi portugués, pero te aseguro que no fue necesario para comunicarnos, porque el sentimiento que se compartía era tan grande, que las palabras no eran necesarias.

Jesús nació lejos del pueblo donde habitualmente vivían sus padres, sin casa, en austeridad y sencillez, rodeado de desconocidos que llegaban a verlo y se alegraban de su llegada. En ésta, mi primera vez celebrando la Navidad fuera de mi pueblo, he podido experimentar un poco de eso que aconteció en aquella noche en Belén. Recorrí una gran distancia, estoy lejos de mi familia, llegué a un pueblo que vive en pobreza y sencillez, rodeada de desconocidos, que de muchas maneras se alegran por mi llegada, y no es por mí, sino porque saben que vengo de parte del que me envía, El mismo que envió a Jesús, El mismo que nos elige a todos para ser amados por Él.

 

Muchos pensamientos y sentimientos hubo en mí en mi primera Navidad en Misión, que por más que intente, no logro expresar con palabras en apenas algunas páginas, pero sí te puedo decir que fue una experiencia única, inigualable y sin duda inolvidable, que quedó plasmada en mi corazón.

 

Quiero terminar diciéndote que por más que a veces la cotidianidad y costumbre nos hacen sentir que las cosas suceden igual una y otra vez, no es así. Dios nos regala en todo momento la oportunidad de renovarnos y vivir de maneras distintas su amor, claro que las tradiciones son importantes porque nos marcan un camino que nos hacen sentir familiarizados con lo que se está viviendo, pero es ahí donde tenemos que saber que las cosas externas, lo material y visible no es lo más importante, sino la esencia de lo que se está festejando, es eso lo que debe mover nuestros corazones y nuestro espíritu para vivir en plenitud.

 

Que los sentimientos que se despierten en ti en el festejo de esta Navidad se transformen en actitudes y acciones para propagar el amor que has recibido, que todos hemos recibido, con el gran gesto de amor de parte de Dios, de venir, nacer y quedarse con nosotros para siempre.

 

Si tú, amigo lector, has sentido el llamado de Dios para colaborar como Misionero Laico Asociado en la Misión, anímate a contactarnos y juntos podemos descubrir el sueño que Dios tiene para ti:

 

telefonoLínea misionera sin costo: 800-0058-100

Whatssapp 722-514-8183

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