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Misioneros de Guadalupe celebra misa de ordenación sacerdotal del D. Miguel Ángel Ramírez Flores

Este 4 de septiembre fue ordenado sacerdote Misionero de Guadalupe el D. Miguel Ángel Ramírez Flores, de manos de Mons. Eduardo Muñoz Ochoa, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Guadalajara.

El 4 de septiembre se llevó a cabo, en el Seminario Menor, en Tlaquepaque, Jalisco, la celebración en la que nuestro hermano D. Miguel Ángel Ramírez Flores recibió su ordenación como sacerdote Misionero de Guadalupe. 

 

La Eucaristía fue presidida por Mons. Eduardo Muñoz Ochoa, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Guadalajara, y concelebrada por el P. Eugenio Zacarías Romo Romo, MG, Superior General, y el P. Ricardo Gómez Fregoso, MG, rector del seminario, entre otros sacerdotes misioneros.

 

Antes de comenzar la homilía, el D. Miguel Ángel Ramírez Flores recibió la bendición de parte de sus familiares y posteriormente, fue presentado a Mons. Eduardo Muñoz Ochoa por el P. Eugenio Z. Romo R., MG.

 

En su homilía, Mons. Eduardo Muñoz comentó que la vocación sacerdotal tiene la dimensión de saber reconocer las capacidades y limitaciones, como lo señaló la primera lectura, donde Moisés, tartamudo, dice a Dios que no pude comunicarse con su pueblo, sin embargo, Dios lo envía porque lo ama, así como señaló también el Evangelio, pues Él es quien nos llama y envía, por eso, hay que permitir que la obra de Dios se realice en Miguel Ángel, quien fue llamado por Dios para ser ordenado sacerdote, a ejemplo de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.

 

Así mismo, pidió al D. Miguel Ángel recuerde siempre lo que el Señor ha hecho en él en todo su proyecto de formación: cómo Dios lo fue moldeando para irlo haciendo su sacerdote, y qué es lo que seguirá haciendo en él durante su vida sacerdotal.

 

Además, hizo hincapié en que, siendo sacerdote misionero, tiene la misión de anunciar el Evangelio, particularmente en lugares donde el pueblo es no creyente u hostil a la fe católica, ahí es donde el testimonio sacerdotal debe ser su predicación, siempre desde la experiencia de vivir en Jesús: anunciar el Evangelio, proclamar la Buena Nueva, celebrar el culto divino, en especial los Sacramentos, la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana, además de apacentar al pueblo:

“Que el Señor te nutra, te cuide y que no olvides tu fragilidad personal, recordando que, a pesar de eso, Dios nos llama, porque es Él quien nos ha elegido primero; pide siempre al Señor por tu conversión.”