Oremos por el Papa

Durante este mes, en el que rezamos por el Papa, el P. Antonio de Jesús Mascorro Tristán, MG, Director Nacional de OMPE México, nos comparte su experiencia al sostener una reunión con el Santo Padre Francisco.
Oremos por el Papa

Autor: P. Antonio de Jesús Mascorro Tristán, MG

 

Con ocasión de la Asamblea General anual de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en Roma, el Papa Francisco nos recibió en Audiencia privada.

 

Ese día, los 120 directores nacionales, los secretarios generales de las Obras, S.E. Mons. Emilio Nappa, Presidente de las OMP y S.E. el Cardenal Luis Antonio Tagle, Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, llegamos puntuales a la Sala Clementina del Palacio Apostólico y, con gran emoción, esperamos la llegada del Santo Padre.

 

En cuanto lo vimos entrar, los aplausos se hicieron presentes, aumentando al recibir su sonrisa espontánea y ver que nos saludaba. En su mensaje, subrayó el carisma y misión de las OMP y nos alentó a intensificar, con la audacia del Espíritu Santo, las diversas actividades de la animación, información y formación del espíritu misionero.

 

También, nos pidió mantener vivo el sueño de una nueva estación de la acción misionera en las comunidades cristianas. Finalmente, dijo: “Los bendigo de corazón. Y, por favor, recen por mí”.

 

Posteriormente, tuvimos oportunidad de saludarlo personalmente e intercambiar unas breves palabras. Cuando tocó mi turno, me saludó mirándome a los ojos; luego, mientras le decía que era el P. Antonio de los Misioneros de Guadalupe, vio mi gafete con el nombre y país de procedencia; después, observó la pequeña imagen artesanal de la Virgen de Guadalupe que tenía en mi otra mano, la bendijo devotamente y, cuando le mencioné que era un regalo, la tomó, agradeciendo con una sonrisa. Posteriormente, le pedí que rezara por nosotros y nos enviara su bendición; volviendo su mirada, aceptó la petición.

 

Fue un encuentro breve, pero muy significativo; una mano cansada por los años que transmite fortaleza, una mirada limpia que irradia sabiduría y paz, una voz pausada que renueva y una figura con sotana blanca que nos invita a abrazar la misión con alegría.

Sin duda, todo lo que transmite el Papa Francisco es fruto de una sólida espiritualidad sostenida por la oración de la Iglesia, de ahí su insistente petición a que recemos por él.

 

 

Recordemos que, en su primer discurso, solicitó la bendición de las miles de personas presentes en la Plaza de San Pedro: “Les pido un favor”, y siguió “Antes de que el Obispo bendiga al pueblo, les ruego que pidan al Señor para que me bendiga”; se inclinó en silencio y dio la bendición Urbi et Orbi “a la ciudad (Roma) y al mundo”; al final, expresó: “Muchas gracias por la acogida. Recen por mí. Hasta pronto…”

 

“Recen por mí”, así fue como inició su ministerio aquel 14 de marzo de 2013, y esa frase se ha vuelto habitual a lo largo de su pontificado. Lo repite en sus audiencias y en sus visitas. Pide porque realmente cree que necesita nuestra oración para sostenerlo en su tarea como pastor de la Iglesia. Él ha mencionado que anteriormente ya lo hacía, pero ahora con mayor razón, consciente de sus limitaciones y de los muchos problemas que vivimos. El Santo Padre se abandona a Dios y pide a la Virgen y a cada uno de nosotros que oremos por él.

 

Queridos Padrinos y Madrinas, atendamos esta petición del Papa para que, en el ejercicio de su misión, siga acompañando en la fe a la grey que le ha sido encomendada, con la ayuda del Espíritu Santo. ¡Recemos por el Papa y con el Papa! Recemos unos por otros; por favor, téngannos siempre en su oración y cuenten con la nuestra.

 

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