El 30 de septiembre de 2021 se llevó a cabo, en la capilla del Seminario de Misiones Extranjeras, la misa del depósito de cenizas del P. José Luis Ochoa Vega, MG.

Este 30 de septiembre de 2021, se llevó a cabo, en la capilla del Seminario de Misiones Extranjeras, Ciudad de México, la Eucaristía para el depósito de cenizas del P. José Luis Ochoa Vega, MG, quien fue llamado a la Casa del Padre el pasado 24 de agosto, a sus 80 años de edad, en la Casa San José, en Tlaquepaque, Jalisco.

La celebración fue presidida por el P. Eugenio Z. Romo Romo, Superior General de Misioneros de Guadalupe, y concelebrada por los padres Juan José Corona López, MG, y Juan Rivera Torres, MG, entre otros sacerdotes misioneros.

La homilía estuvo a cargo del P. Juan José Corona López, MG, quien fuera amigo y compañero del P. José Luis; primeramente, el P. Juan José se refirió a la festividad de san Jerónimo, que se celebra el 30 de septiembre, santo que es reconocido por su erudición y por ser el traductor de la Biblia, posteriormente, el P. Juan José comentó que el P. José Luis se asemejó a san Jerónimo en distintos aspecto, por ejemplo, también vivió 80 años y fue aprendiendo varios idiomas según el trabajo pastoral que realizaba, como el inglés o la lengua teso para su trabajo en Kenia, el francés para obtener la licencia en Teología en la Universidad de Friburgo, o el alemán para atender a una pequeña parroquia en Alemania.

Así mismo, recordó que hace unos meses habían celebrado juntos en Guadalajara su 55 aniversario sacerdotal, donde el P. José Luis quiso pronunciar la homilía, en la que recordó con gratitud que en la Misión de Kenia pudo enviar al seminario a muchos seminaristas que después serían ordenados sacerdotes.

Además de su trabajo en Kenia, el P. José Luis trabajó en varias parroquias de la Arquidiócesis de Los Ángeles, donde promovió con mucho entusiasmo el Sistema Integral de la Nueva Evangelización (SINE), que formaba grupos de líderes para la promoción del anuncio del kerigma en sus comunidades.

Además, comentó, en la Arquidiócesis de Guadalajara fue pionero en la formación de la comunidad parroquial de San José de Artesanos, donde promovió también el SINE, así como recientemente lo hizo en la Parroquia de Nuestra Señora del Rocío, donde muchos fieles lo apreciaban y ahora, lo extrañan.

El P. José Luis, comentó, consagró sus últimos 35 años el estudio, difusión y aplicación del SINE, apasionado por este movimiento pastoral, y cuando estuvo encargado de la pastoral del CAMEE en Guadalajara, logró que se impartieran las materias de formación en la fe porque no se tenían espacios de evangelización de los estudiantes.

Finalmente, el P. Juan José comentó, agradece a Dios por los 65 años que pudieron convivir juntos, desde que ingresaron al Seminario Menor, aun cuando no siempre coincidieron en los lugares de residencia; el P. José Luis, dijo, es el primero de ocho compañeros que se ordenaron juntos en 1966 por la imposición de manos de Mons. Alonso Manuel Escalante y Escalante, fundador y primer Superior General de Misioneros de Guadalupe.

“Te extrañaremos mucho, José Luis, y te pedimos que intercedas por todos nosotros ante el Señor, y no olvides que la cosecha es mucha y los trabajadores pocos, ruega, pues, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Y nosotros no olvidemos las palabras de Nehemías y Esdras, no estén tristes, porque celebrar al Señor es nuestra fuerza.”

Durante la celebración, el P. Oscar Mario Becerra, MG y el P. Javier González, MG, quienes fueron compañeros del P. José Luis, participaron en los cantos del coro.

Concluyendo la Eucaristía, se procedió a la ceremonia de depósito de cenizas en el nicho en la capilla de la Virgen de Guadalupe, en la que estuvieron presentes también los familiares del P. José Luis, su hermano menor, Alejandro Ochoa Vega, su prima, Maricarmen Bravo Ochoa, Adriana Ochoa, sobrina y María Guadalupe Cheu Rocha, prima política, quienes también lo bendijeron y dieron el último adiós.

Finalmente, su hermano Alejandro, comentó que en cada lugar donde el P. José Luis estuvo, dejó mucho de sí en la gente, quienes lo recuerda con gran cariño y estima, y con gran entrega, dedicó su vida al trabajo y servicio del Instituto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El padre José Luis se destacó por su humildad, sencillez y obediencia. Damos gracias a Dios por su vida de servicio y entrega a las Misiones, y oramos para que, por sus méritos, Dios le conceda el regalo de la vida eterna. Que descanse en paz.

 

 

 

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