Vida eucarística en Cuba

El P. Raúl Ibarra Hernández, MG, nos relata cómo la vida eucarística se va enraizando cada vez más en la comunidad de la Palma, en la Misión de Cuba.
Vida eucarística en Cuba

Autor: P. Raúl Ibarra Hernández, MG

 

Fue en el pasado mes de junio de 2022 cuando los Misioneros de Guadalupe (MG) establecieron un Convenio de Colaboración con la Diócesis de Pinar del Río, en Cuba, a través de su Obispo, Mons. Juan de Dios Hernández Ruiz.

 

La Diócesis de Pinar del Río, erigida en 1903, cuenta actualmente con 26 parroquias y 20 sacerdotes, seis de ellos de nacionalidad cubana. Seis parroquias se encuentran sin párroco. Y actualmente, la diócesis solo tiene dos seminaristas en formación.

 

En nuestra llegada a la diócesis, el señor Obispo Juan de Dios nos hizo dos encomiendas: la Parroquia del Sagrado Corazón en la población de Viñales y la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, en la población de la Palma. Esta última no contaba con sacerdote residente desde hacía dos años.

 

A mi llegada a la Palma, encontré una comunidad que era atendida dominicalmente por el párroco de Viñales, con una vida eclesial en su mínima expresión, sostenida por escasos y muy buenos católicos, y el templo parroquial permanecía cerrado la mayor parte de los días de la semana.

 

Con el paso de las semanas y los meses, he descubierto que la población palmense, en general, posee un gran tesoro: su fe católica, que a modo de raíz de un gran árbol, sostiene mucho de lo que ellos son y en lo que creen, aun sin practicar la religión. Hoy, los católicos, poco a poco, están volviendo a la Iglesia, las Eucaristías del domingo y de entre semana están siendo más concurridas, las familias están trayendo a sus niños a bautizar, incluso desde los poblados cercanos. La vida eucarística y sacramental se va abriendo paso, paulatinamente, como pequeños brotes de ese mismo árbol.

 

Por ser la Palma una comunidad de trabajadores del campo, todos los días, desde muy temprano, el bullicio en el centro del pueblo donde está la Iglesia se hace sentir, por tal motivo, me propuse abrir el templo parroquial desde las primeras horas del día, pues muchas personas, incluso las que no vienen a misa, se persignan ante la puerta abierta o entran al templo a encomendar a los suyos y sus necesidades delante del Santísimo Sacramento, curiosamente, los niños también lo hacen.

 

La otra gran alegría eucarística que tienen nuestros católicos es cuando se distribuye el viático a los enfermos, comúnmente son personas ancianas que en sus años de juventud estuvieron comprometidas con la comunidad. La alegría que experimentan ante la llegada de Jesús Eucaristía a su hogar es inmensa.

 

He constatado que la vida eucarística hace posible la vida de gracia en la comunidad, en las familias y en sus miembros, aun en medio de sus preocupaciones, alegrías y esperanzas de cada día, poco a poco se va enraizando cada vez más la fe que recibieron de sus mayores, y van dando pequeños frutos de testimonio cristiano ante un pueblo que busca dar sentido a su existencia. Acojamos la invitación del Papa Francisco de orar por la vida eucarística de la Iglesia. Así sea.

 

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