Mi vocación misionera

De un sueño a una maravillosa realidad, así es como surge una vocación misionera, como lo relata el P. Marco Antonio Navarro Loreto, Misionero en Japón y Estados Unidos, quien nos comparte su testimonio vocacional.

Autor: P. Marco Antonio Navarro Loreto, MG

 

Desde niño, vi que mis padres eran Padrinos de Misioneros de Guadalupe (MG) y recibían la revista Almas por correo.

 

Me llamaba mucho la atención porque era pequeña, así que leí muchos artículos, sobre todo los que hablaban de Japón. Con el tiempo, se incrementó mi interés por conocer más de este país. Desde los ocho años, fui acólito en mi parroquia, San Isidro Labrador, en Arteaga, Coahuila. Ahora me doy cuenta de que la convivencia con los sacerdotes me ayudó a reafirmar mi vocación sacerdotal, al ver todo el trabajo pastoral que hacían, en especial cuando apoyé al párroco, el padre Michael T. Irwin.

 

Cuando le pedí permiso a mi papá para acompañar al padre, solamente me dijo que no descuidara la escuela, pues era importante aprender para después ayudar a los demás. Así fue como mis papás me apoyaron para descubrir mi vocación sacerdotal misionera. Después de haber participado en las actividades del COV en Monterrey, entré al Curso Introductorio al Seminario de Misiones en el Seminario Menor, en Tlaquepaque, Jalisco. Posteriormente, empecé los estudios de Filosofía en la Universidad Intercontinental (UIC), en el Seminario Mayor de Misiones, en la Ciudad de México. Los compañeros que llegamos estábamos emocionados. Para nosotros, era una gran oportunidad platicar con los padres que regresaban de las Misiones. Poco a poco, nos íbamos imaginando en cuál Misión queríamos colaborar, y para mí, era en Japón. Una vez que lo decidí, hice lo posible para prepararme de la mejor manera.

 

Después del segundo año de Teología, fui enviado a terminar los estudios a la Misión de Japón. Así fue como llegué a tan anhelado país en 1997. Luego de haber estudiado japonés por dos años, fui aceptado en el Seminario Interdiocesano de Tokio, donde terminé los estudios de Teología. Posteriormente, regresé a México para concluir la tesis y obtener la Licenciatura en Teología, en la UIC.

 

Recibí la Ordenación Sacerdotal el 25 de julio de 2003 en mi parroquia, San Isidro Labrador, de manos de Mons. Francisco Villalobos Padilla, Obispo Emérito de Saltillo, quien me conocía desde niño y lo mencionó en la homilía. También, nos acompañó en la fiesta y al terminar me dijo: “Gracias por hacerme recordar lo que es ser obispo”. Creo que fui el último al que ordenó sacerdote en esa diócesis.

 

 

 

Gracias a Dios, tuve la oportunidad de ser enviado nuevamente a la Misión de Japón, donde trabajé en la Diócesis de Kioto con su obispo, Mons. Paul Otsuka Yoshinao, quien, en 2005, me nombró párroco del bloque norte de Nara, que comprende las parroquias de Nara, Tomío, Tomigaoka y Yamato Kooriyama.

 

Años después, regresé a la patria y colaboré con la revista Almas; posteriormente, fui nombrado Director del ahora Museo Misionero Intercontinental (MUSMI) y Director del Club de Niños MG. En ese tiempo, cursé la Licenciatura en Comunicación. Al terminar los estudios, fui enviado a Los Ángeles, California, donde tuve la dicha de ser parte del grupo fundador de la Misión de los Estados Unidos, siendo elegido como primer Superior de la Misión. Ahora, me encuentro en México, colaborando en la Dirección de Promoción, mientras se completa el trámite para regresar a Los Ángeles.

 

Como el P. Marco, tú también puedes llevar el Evangelio donde más se necesita. ¡Acércate y descubre tu misión!

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