¿Qué tan difícil es responder al llamado de Dios?

El S. Hiram Agustín Pérez Linares, quien primero colaboró como Misionero Laico Asociado, nos cuenta cómo decidió dar su “sí” a Dios y comenzar a formarse como sacerdote misionero.
Qué tan difícil es responder al llamado de Dios

Autor: S. Hiram Agustín Pérez Linares

 

El llamado a servir a Dios nos puede llegar en cualquier momento de nuestra vida; creo que así lo hemos experimentado algunos, pues tal vez nos acercamos a Dios por medio de nuestros padres o abuelos, o por un grupo, ya sea de catequesis, juvenil, de matrimonios, de oración, entre otros, sin importar a qué edad tenemos la oportunidad y satisfacción de trabajar por el Reino.

 

Puede suceder lo mismo con la vocación sacerdotal: mientras algunos sienten su llamado desde muy jóvenes, el mío llegó un poco más tarde; actualmente tengo 33 años y me encuentro en el primer año de Filosofía, iniciando mi formación dentro del seminario. Les cuento un poco de mi historia: soy originario de Francisco I. Madero, Durango; ahí crecí y cursé hasta la preparatoria; después, estudié la carrera de Ingeniería Civil y trabajé cuatro años en mi profesión; posteriormente, vinieron una serie de cambios que me llevaron a alejarme un poco de Dios y, en el proceso de reencontrarme con Él, conocí a Misioneros de Guadalupe, a través de los Misioneros Laicos Asociados (MLA), donde tienen un espacio para jóvenes profesionistas (hombres y mujeres) que dedican unos años de su vida a la misión. Realicé el proceso para ingresar y fui aceptado, estuve un año en formación y fui enviado por tres años a la Misión de Perú, en Pucallpa, en la selva amazónica; ahí me di cuenta de la gran necesidad de sacerdotes y empecé a sentir mi llamado, pero mis planes eran colaborar solo unos años, regresar a trabajar, formar una familia y otros proyectos. Sin embargo, poco a poco, fue más fuerte esa invitación de Dios y dejé mi futuro en sus manos; le dije: “Señor, tus planes siempre serán mejores que los míos y si yo te puedo servir por más tiempo, aquí estoy”. Cuando terminé mi periodo en Perú, me faltaba discernir algunas cosas, así que pedí un tiempo más y fui nombrado a la Misión de Brasil por un año.

 

 

Después de colaborar cinco años como MLA, entregué mi solicitud para ingresar al Seminario Mexicano de Misiones, gracias a Dios fui aceptado. Agradezco al Señor contar siempre con el apoyo de mi familia: cuando les comuniqué mi decisión, se

pusieron muy contentos. Aprovecho para agradecer a mis padres y hermanas por sostener cada paso de mi vida: sin su ayuda y motivación, no estaría aquí; gracias a mi familia, amigos y bienhechores, que me animan y oran por mi vocación.

 

Quise compartir esto porque tal vez algún joven tiene miedo de responder. Te puedo decir que lo tuve y sigo teniéndolo, porque dejé todo, pero puse mi futuro en manos de Dios y estoy muy feliz. No sé si lo lograré, sin embargo, tengo la ilusión y las ganas de ser un sacerdote Misionero de Guadalupe. Así que, si puedo intentarlo, tú también puedes, hay que ser valientes y animarse a responder al llamado.

 

Doy gracias a Misioneros de Guadalupe por abrirme las puertas, pero, sobre todo, quiero agradecerles, Padrinos y Madrinas, que generosamente nos apoyan con sus oraciones y aportación económica.

 

Dios les multiplique lo que hacen por nuestro Instituto. Que Santa María de Guadalupe interceda por sus necesidades, oren mucho por mí, yo siempre los tengo presentes

en mis plegarias.

 

¡Atrévete a colaborar con la Misión! Contáctanos y descubre el plan que Dios tiene para ti:

Línea Misionera 800 00 58 100, de lunes a viernes, de 8:30 a 18:00 horas

telefono CENTRO: 55 1195 6647

telefono  SURESTE: 99 92974492

telefono  OCCIDENTE: 33 33541836

correo  cov@mgpe.org

vinculo Centro de Orientación Vocacional (COV)

 

 

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